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Del tabú al reconocimiento y la celebración
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Del tabú al reconocimiento y la celebración

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La vida salió del mar. Venus chorreando agua.
Por eso la sangre es salada como el océano
y la proporción de sal es la misma.
Y como el sodio, el potasio, en nuestras venas
son el océano primigenio.
Chorreando lágrimas y sangre.
Ernesto Cardenal, en Cántico cósmico.

Como muchos hombres de mi generación, crecí prácticamente aislado de los ciclos de la naturaleza. Urbanita desconectado de la luna y del sol, de los equinoccios y los solsticios, alejado del sentido sagrado y mágico de la lluvia. Igualmente, como hombre en una sociedad machista, fui educado bajo el tabú del ciclo femenino; aprendí un montón de palabras para enmascarar la menstruación. Me enseñaron a no mencionarla, a no verla, a no querer verla.

Fueron los años y las mujeres más sabias las que fueron, poco a poco, mostrándome que, así como la lluvia limpia y nutre la tierra, la sangre de la menstruación es parte de la inauditamente perfecta biología humana. Aprendí que la menstruación contiene la misma magia de las mareas, de los ciclos lunares y de las estaciones. Comprendí que no hay nada malo ni feo ni sucio, sino pura y sublime belleza tras ella y que, no solo no hay nada que temer, sino mucho que celebrar con su existencia.

Gracias a Juana Botero, colega acá en Comfama, codirectora de esta edición y mentora de muchos en la causa de la cual emerge esta revista, aprendí también que el mundo, al desconocer esta realidad, al ocultarla, al volverla injustamente vergonzosa y pretender ensuciar su belleza, creó injusticias que desnivelan, ¡aún más!, el camino del progreso y el cuidado para niñas, adolescentes y demás personas menstruantes alrededor del mundo.

La exclusión menstrual existe, la pobreza menstrual aleja a niñas de la educación y amplía una brecha ya de por sí inaceptable. Los derechos menstruales, como la incapacidad menstrual pagada, el acceso a productos de gestión menstrual sostenibles o contar con agua potable para facilitar la higiene, deberían ser temas de discusión en el planeta entero, al menos para ver cuándo sí y cuándo no, cómo sí y cómo no asumirla.

Por eso hacemos esta revista, para elevar la consciencia de empresas, comunidades y actores públicos. Queremos hablar de menstruación para que otros hablen. Lanzamos nuestro programa de subsidio y de educación sobre el tema no solo para apoyar a miles de personas que, en lugar de celebrar su ciclo menstrual, encuentran en este un factor de vergüenza
y discriminación.

Nuestra intención es ambiciosa; queremos que Colombia asuma este asunto con quienes lideran organizaciones, empresas y gobiernos. Con esta revista queremos proponer una conversación amplia sobre menstruación en nuestra sociedad, para derrumbar el tabú, eliminar la muralla y celebrar, finalmente, la vida que fluye y cicla, que cada día se transforma.

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