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Sí podemos trabajar seguros en días de COVID-19
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Sí podemos trabajar seguros en días de COVID-19

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Guillermo cerró su empresa al inicio de la pandemia, con el objetivo de proteger a sus empleados. El presupuesto de colchón se agotó y tuvo que tomar una decisión: ver cómo su empresa quebraba o enfrentar el miedo a trabajar en medio del virus. Eligió la segunda opción. Una historia de cómo trabajar seguros en días de COVID-19.

 

Las decisiones son parte de la vida de un empresario, Guillermo lo supo hace algunos años, cuando una inminente quiebra lo llevó a cerrar su primera empresa, para asegurar algo del patrimonio familiar.

Lo reafirmó hace poco cuando, sin importar que hacía parte de las empresas que tenían permiso de operación por vender artículos de primera necesidad , decidió bajar nuevamente las puertas de su segundo negocio, esta vez por algo esencial: el cuidado de su vida y la de sus trabajadores.

El plan era claro: tenía presupuesto para enviar máximo dos meses a todos sus trabajadores a casa, mientras aseguraba su nómina; el pago de los créditos podría salir de su capital y apretarse en gastos en la casa para no cobrar la totalidad de su sueldo. Haría todo lo que fuera necesario por no despedir a ninguno de sus trabajadores. Entonces decidió cerrar y les entregó, a cada uno de sus trabajadores, alcohol y gel antibacterial, productos de la empresa que servirían para evitar contagios en sus casas.

El presupuesto de colchón empezó a agotarse mucho más rápido de lo esperado. Guillermo llegaba a su límite, en su mente muchas preguntas y muy pocas respuestas: ¿irá a pasar esto rápido?, ¿a quién le vamos a vender si todos los negocios siguen cerrados?, ¿y si me contagio y de paso contagio a mi familia?, ¿seremos todos los de la empresa capaces de cuidarnos?, y si me toca despedir a alguno, ¿cómo le digo?, ¿y si alguno de los muchachos se contagia y se pone grave? Eran algunas de las cuestiones que invadían sus pensamientos y no lo dejaban descansar, los días de cierre de su negocio, lejos estuvieron de ser unas vacaciones.

La situación era insostenible, solo existían dos alternativas: quebrar de nuevo y dejar a muchos empleados y a sus respectivas familias sin ingresos, o aprovechar la posibilidad que les daba la ley de reabrir. La decisión parecía fácil, él quería que sus empleados pudieran seguir trabajando, pero la otra cara de la moneda era la del miedo a la enfermedad, el remordimiento lo atacaría si algo malo pasaba. Tantos muertos en la televisión dan pánico.

Optó por conversar, escuchar otros puntos de vista y sumar voluntades, lo hizo con cada uno de los implicados, evaluaron pros y contras. Llegaron a una conclusión, reabrirían, volverían a trabajar, pero lo harían de forma segura.

Guillermo es bacteriólogo de profesión y empresario por herencia. Sabía que, para una pequeña empresa con números en rojo, implementar protocolos de bioseguridad iba a resultar costoso, por eso, mientras se preparaban y seguro del poder del ejemplo, Guillermo implementó la cultura del autocuidado.

Cada día, hasta los fines de semana, antes de ir a trabajar, toma su temperatura y la reporta en el grupo de WhatsApp que tiene con sus empleados, al igual que la evaluación de otros síntomas. Allí mismo van apareciendo los mensajes de los demás trabajadores, quienes deben llegar a la empresa siempre con tapabocas, y en horarios estipulados con diferencia de quince minutos. La consigna principal es que, si se presenta el mínimo síntoma lo cuenten, además de no sentir ningún tipo de vergüenza por quedarse en casa. Guillermo siempre les dice que, en este momento de la vida, admitir la vulnerabilidad es un acto de valentía.

Ordenó la zona de producción para asegurar la distancia de dos metros entre los puestos de trabajo, mientras que, para el despacho del producto, asignó a dos trabajadores del mismo núcleo familiar. El objetivo común, más allá de producir alcohol y gel antibacterial, es poder gozar de los beneficios del trabajo, a pesar de la pandemia.

En la empresa de Guillermo el autocuidado se construyó mediante el poder del ejemplo. Ahora, cuando él no es el primero en reportarse en el grupo a las siete de la mañana, son sus empleados quienes le preguntan por sus síntomas. Él empezó cuidándolos, ahora se cuidan entre todos.

***

Elegí vivir… para mantener mi empresa viva, productiva y segura.

 ***

¿Eres consciente de que la posibilidad de seguir trabajando depende en gran parte de que te cuides?


Las ilustraciones de esta edición de la revista Comfama hacen parte de S.O.S Creativirus, una convocatoria realizada por Universo Centro para que los artistas pudieran expresarse en época de aislamiento.

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