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¿Quiero posesiones o experiencias?
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¿Quiero posesiones o experiencias?

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Dicen que el dinero no compra la felicidad. A Juliana, las compras siempre le brindaron alegría, confianza y seguridad en sí misma. Sin embargo, estar encerrada, durante meses, en casa con todas sus posesiones materiales le hicieron recalcular su valor y hacerse una pregunta difícil, ¿quiero más posesiones o experiencias?

 

Para Juliana Cardona, la adultez es el momento de la vida para darse gustos. Es bacterióloga en la Clínica Cardiovascular y vive en Robledo junto a Juan Manuel, su esposo, y sus dos gatos, África y Berlín.

«Trabajar para comprar», en eso se convirtió su vida, mantener sus tarjetas de crédito a tope era casi una necesidad. Incluso, durante el confinamiento a causa de la COVID-19 no cesaron sus gastos, «reinventó» sus compras, lo que antes adquiría en una tienda, ahora lo hacía en línea.

Alguna vez se preguntó si era compradora compulsiva. En ese momento se sentía feliz. No le dio importancia. La pandemia la llevó al límite, un día miró su armario y notó que tenía muchas prendas sin estrenar. El estrés y la ansiedad que comenzó a sentir al principio de la cuarentena los sació temporalmente con sus artículos nuevos, pero sintió otro vacío que no podía llenar, pues comenzó a extrañar los momentos que compartía con sus seres queridos, tenía dinero, pero eso no era suficiente para resolver la situación.

Pronto comenzó a sentir nostalgia, a recordar. Juliana y su esposo son muy sociables, les gusta pasar tiempo con la familia, amigos o, simplemente, salir un domingo a tomar una cerveza mientras disfrutan del atardecer. Ahora nada de esto se podía hacer, tanto por las leyes impuestas por el Estado, como por el temor a contagiarse o contagiar a sus seres queridos.

¿Qué podía hacer entonces?, ¿comprar más ropa?, ¿pedir domicilios?, ¿ahorrar y hacer compras de objetos más costosos para ser feliz? Juliana, de repente, comenzó a darse cuenta de que hay cosas en la vida que son muy valiosas, que no tienen una dimensión económica y que, a causa de la pandemia, las estaba perdiendo.

Cuando sintió que ya estaba al límite tuvo que hacerse una pregunta difícil: ¿quiero posesiones o experiencias? Y su respuesta se volcó a la segunda opción, esta situación le dio un nuevo valor a esas experiencias y planes que surgían de la nada, sin dinero, solo con disposición.

Cinco meses encerrada, y con la mente llena de pensamientos y recuerdos, la hicieron pensar que daría cualquier cosa por volver a estar al lado de sus amigos o su familia, hacer un asado en la casa de su madre o salir a una discoteca para compartir. Un tiempo a solas que le dio la capacidad de interrogarse. Hoy a la hora de comprar algo primero se pregunta ¿en verdad necesito esto? Tal vez las cosas más valiosas de nuestra existencia no tienen precio.

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