En el año 2013, mi buen amigo Hernando Muñoz, quien participa en esta edición, me llamó con una invitación que agradeceré siempre. Una fundación norteamericana y Colombia Diversa se habían unido para dictar un curso sobre participación política a personas LGBTI y estaban buscando profesor. Me entusiasmé, entre otras, porque la lección de abrazar la diversidad no se podía vivir solo en teoría, sino desde la experiencia. ¡Me dio algo de susto pues mi sensibilidad por la diversidad era mucho más ideológica que vivencial! Me imaginaba siendo discriminado por ser quien soy, algo que nunca había imaginado. La verdad es que me dio susto estar en medio de personas diferentes a mí y tener el reto de ganar su credibilidad para enseñarles de mi experiencia.
Acepté honrado. Pasar un fin de semana con hombres y mujeres gay, mujeres transgénero, personas bisexuales, entusiastas todos por una Colombia más libre, más digna, con una política más decente, fue una de las experiencias más enriquecedoras de mi vida. Durante el curso pude escuchar duras historias de discriminación acompañadas de ilusiones de transformación social. Pude encontrarme con el grupo en talleres, clases, desayunos, almuerzos, y esto me permitió evidenciar lo obvio. Al otro se le puede mirar como diferente, ajeno y hasta peligroso, o se puede encontrar en cada persona otras formas de mirar el mundo, identificar lo que compartimos y lo que no, pero sobre todo entender que al final hacemos parte de la gran familia humana. De esos días y los cursos que siguieron, porque luego se repitió en varias ciudades, forjé grandes amistades y aprendí mucho.
Somos constructores de paz y declaramos nuestro compromiso con el pluralismo que enriquece y la diversidad que da vida”.
Somos mejores en la diversidad. La naturaleza es hermosa y sorprendente porque es diversa; las sociedades son más alegres y emprendedoras cuando son diversas; nuestro departamento es diverso; la vida es más emocionante cuando se viaja y se disfrutan paisajes, lenguajes, personas diferentes. El miedo al otro, al diferente, tiene origen biológico, evolutivo. Pero ya pasó de moda la necesidad de temer al otro para sobrevivir. Ahora, en el siglo 21, es al contrario. Aquellos que no acepten, abracen y aprovechen la diversidad serán los auto-segregados del futuro porque tendrán problemas para amar, convivir y trabajar con esa “otra gente” a la que temen cuando realmente son fuente de infinita riqueza.
Por otro lado, de manera análoga, en el terreno de las ideas, el pluralismo plantea la misma oportunidad, pero sobre asuntos menos notorios. Ya no se trata del color de piel, la identidad sexual, la religión que se practica, el equipo de fútbol de nuestras pasiones o el idioma que se habla, sino de las creencias que tenemos sobre cómo debiera ser la economía, las relaciones sociales, la educación, etcétera. Es más abstracto, pero igualmente humano. ¿El presupuesto público debe estar orientado hacia el desarrollo del sector privado o para apoyar a los más débiles? ¿La violencia se maneja con más policía o mejor a través de la cultura? ¿Las relaciones con otros países deben ser más o menos abiertas? Son cuestiones todas importantes, pero claramente sin solución única más allá del compromiso que emana de una conversación democrática, plural y abierta. Esto sin contar que en estos asuntos cabe perfectamente el derecho a dejarse convencer o cambiar de opinión por nuestros propios medios. De esta manera, la polarización que produce violencia o gritería tiene poco sentido en una sociedad democrática. Podemos pensar diferente, pero debemos convivir con esa diferencia, en un marco de respeto por las reglas y por las personas.
Se dice que nos gusta polarizar en Colombia. No lo creo. Tal vez así se ve en nuestros medios de comunicación y la política requiere comparación de alternativas. Pero en el barrio, en el hogar, en la calle, diría que nos gusta más cooperar, compartir y vivir en paz. Por eso, cuando en Comfama escuchamos la palabra “polarización” relativa al escenario político, reiteramos: La Caja es apolítica, fiel a nuestra tradición. Pero sí somos constructores de paz y declaramos nuestro compromiso con el pluralismo que enriquece y la diversidad que da vida.
Así, insistimos en que la Caja “parece un Comfama” donde todos cabemos. Pensamos esta edición especial de el informador, buscando inspirar, para que nuestras ideas, no importa qué tan diferentes sean, si se expresan en paz, se puedan conversar y nos agreguen valor. Donde cada uno pueda elegir la identidad que desee y disfrutarla, sin hacerle daño al otro. Los invitamos a amar y aprovechar la diversidad y pluralidad colombianas para el goce, desarrollo y fortuna de sus empresas y sus familias. ¡Allí tenemos una de nuestras mayores riquezas!