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Oír la voz de los niños, comprender sus ideas y seguir su ejemplo
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Oír la voz de los niños, comprender sus ideas y seguir su ejemplo

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Pertenezco a una generación en la que, de niño, mi mamá y mi papá tomaban la mayoría de las decisiones de mi vida, desde la ropa que me ponía hasta el colegio en el que estudié. Miro, por ejemplo, las fotos “oficiales” de mi infancia y creo que yo no hubiera aprobado ese peinado hecho “con totuma” del que tanto se burlaban mis compañeros. Yendo más allá, no es solo que tomaran mis decisiones, sino que, además, aunque crecí en un hogar moderno y cariñoso, tampoco es que hicieran mucho caso a mis ideas y opiniones. No me imagino qué hubiera pasado en mi casa ante una propuesta de cambiarme de colegio o, peor, de modificar algo del colegio, como las evaluaciones o a un mal profesor. Los niños de mi generación para atrás no teníamos voz, ni se diga voto, sobre lo que pasaba en nuestra vida y nuestro entorno.

Algo está cambiando, sin embargo. Hoy en día los niños, desde pequeños, tienen más autonomía. En los presecolares y colegios hay personeros estudiantiles elegidos popularmente. La posibilidad de decidir sobre los asuntos de la vida diaria, como la ropa o el peinado, ya no se pone en duda. Es un avance inmenso que hayamos creado estos espacios y que les hayamos permitido participar y hacerse cargo de las cosas simples de su vida. Quizá es hora de que estas cosas simples le abran paso a otras, no solo de su vida, o en el colegio, sino de la familia y la sociedad.

En otro momento hablaremos de los derechos de los niños, algo fundamental. Esta vez queremos hablar de su voz, de su sabiduría profunda, de lo imprescindible de su mirada para los tiempos que corren. A los niños no les “paramos bolas”, simplemente “porque son niños”. ¿Qué tal si fuera justamente, al contrario, que los escuchamos precisamente porque son niños? Ellos ven el mundo sin prejuicios, juegan como deberíamos jugar todos, son espontáneos como deberíamos aprender a ser los demás, son creadores naturales, sin pena al qué dirán, conviven fácilmente con otros niños y no reconocen estratos o razas, tienen claro que somos parte de la naturaleza. Tantas cosas tienen para enseñarnos y no las vemos “¡porque son niños!”.

En Comfama queremos invitar a empresas y familias, a cada uno, a ver a los niños, no como seres casi invisibles o humanos inmaduros, sino como ciudadanos plenos, como sabios filósofos. ¿Será que nuestros niños y niñas nos ayudarían a elegir mejor a nuestros gobernantes? Quizás al observarlos mejor y escucharlos con atención nos ayuden a conectar mejor con nuestra propia infancia, con ese niño interior que se resiste a morir, que tiene tanto para decir.

***

 

María Antonia Echeverri, co-editora de esta edición

Es estudiante, tiene 6 años y vive en la vereda Alto Grande de El Carmen de Viboral. Ella fue nuestra co-editora por un día y este es su mensaje de apertura para esta edición.

 

Regresa: Los niños dicen

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