Leonel Narváez es sacerdote misionero de Nuestra Señora de la Consolata; filósofo y sociólogo, participó en el comité temático de negociaciones con las FARC y es el fundador y actual presidente de la Fundación para la Reconciliación.
A él le preguntamos acerca de la espiritualidad y la religión.
¿Cómo ha sido su camino espiritual?
Viví desde niño todos esos tipos malsanos de religiosidad: miedo al infierno, soborno a Dios con rezos y fórmulas, experimenté la esterilidad del cristiano solitario y por fin entendí que Dios me habita, que me ama y me perdona todo, que es la energía que energiza todo, que se potencia cuando la comparto con otros, cuando entiendo que ¡soy lo que doy!
¿Cuáles son esos tipos de religiosidad a los que llama malsanos?
Existen cuatro tipos de personas religiosas en el mundo; de ellos, tres deberían repensar su espiritualidad: los temerosos, que viven la religión con miedo y piensan que Dios es un juez, un castigador que nos va a echar de patitas al infierno; los sobornadores, que se exceden y
dependen de rezos, novenas, velas, veladoras y estampitas; los llaneros solitarios, que viven la religión solos en el intimismo personal porque ellos no necesitan juntarse con nadie, y hoy se sabe a través de la historia que la religión sin comunidad, sin grupo humano, es estéril, y los verdaderos espirituales, que viven fuertemente ligados a una comunidad, a un grupo, trabajan por hacer crecer su comunidad y se comprometen con la justicia, los derechos humanos, la cultura de la legalidad, la práctica de la democracia y el respeto a la dignidad de todo ser humano.
¿Por qué nos cuesta conectarnos con la espiritualidad?
Porque tenemos una concepción con errores. El primero, es que no podemos confundir religión con espiritualidad; la espiritualidad es mucho más que la religión. Nosotros estamos en la época posreligiosa y estamos entrando en la era de la espiritualidad.
Un error que tenemos es que no se puede creer que la religión es igual a miedo, castigo, infierno; casi todas las religiones profesan que Dios es un dios de amor, entonces entra aquí un gran problema y es que el infierno sí existe, pero allá no hay nadie, ¿por qué?, porque Dios es total misericordia, es total amor.
Otro error es creer que yo soy religioso porque repito muchas fórmulas, porque hago muchas novenas, porque tengo muchas medallas o estampitas, porque voy a la iglesia. Yo soy religioso en la medida en que vivo conectado, por eso religión significa “religare” que quiere decir que yo vivo ligado a la fuente de la energía espiritual que es Dios, y ese dios es un concepto cultural: el hindú lo llama Brahman, el musulmán lo llama Alá, el cristiano lo llama Dios, y sobre todo Dios encarnado en Jesús. Entonces religión es estar cercano a ese Dios, que también se hace presente en el otro.
La religión verdadera se traduce en espiritualidad, porque cambia totalmente a la persona y la forma en la que se comporta. Yo no soy religioso ni espiritual si tengo un montón de malas relaciones con los demás.
Y el último error común es que no puedo ser cristiano si no perdono. Sin perdón se acaba mi cristianismo, sin perdón mis oraciones, mis novenas, incluso mi novena de Navidad, mis cadenas, mis medallitas o mis estampitas, no son más que cosméticos, apariencia.
¿Qué retos propone la búsqueda espiritual?
En general, para la región de Antioquia y de Colombia, el desafío es el del perdón y la misericordia. Celebrar Navidad es celebrar el nacimiento de Cristo, el nacimiento del cristianismo en nuestras vidas; es, por lo tanto, celebrar el anuncio más central y más poderoso de Jesús: él nos perdona y nosotros tenemos que perdonar a los demás.
¿Qué es entonces lo que nos divide?
La falta de perdón y reconciliación. ¿Sabías que la mayoría de los homicidios en Antioquia, en Colombia y en Medellín, son cometidos por ajustes de cuentas, por venganzas?