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La coraza del silencio
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La coraza del silencio

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El sonido de los pájaros dejó de sonar el día en que a la casa de Fernando llegaron amenazas que involucraban a su familia. Los grupos alzados en armas habían dictado sentencia y si los Jaramillo querían seguir con vida debían huir. Para emprender el exilio sus allegados hicieron una colecta, así obtuvieron los recursos suficientes para llegar hasta el municipio de Caldas, al sur de Medellín, allí vivían algunos familiares de su madre. Dejarlo todo dejó una huella profunda. Fernando dice que desde ese  día se sintió perseguido y debió aprender a convivir con la incertidumbre. También tuvo que reconocerse como desplazado y ser mirado como una víctima. Fue un reto para sus dos hermanos, su mamá y su papá.

Gracias a las convocatorias del programa Estado Joven de Comfama y el Ministerio del Trabajo, Fernando logró hacer
sus prácticas universitarias en la Alcaldía de Medellín en el equipo municipal de atención a víctimas.

Pasaron años antes de que este episodio de la vida tomara otro significado y adquiriera un valor distinto. Mejoró su capacidad de escucha y aprendió a relacionarse con el conflicto de una forma distinta, siempre desde la mirada de la víctima, pero sin victimizarse.

Las víctimas, son víctimas más por cómo los ve la gente que por cómo se conciben ellas”

Durante algunas terapias con el sicólogo los recuerdos de su pasado cobraban vida en medio de la conversación, lo que Fernando hacía era enfrentar sus temores y dejar el miedo a contar su historia. Poco a poco se llenó de valor para salir a la calle, volver al pueblo y encontrar espacios con personas a las que les pudo ayudar mediante su experiencia de vida. Cuando lo hizo su alma sanó.

En su proceso de resignificar lo que implica ser un desplazado, descubrió su pasión por las ciencias políticas y por el diseño de modas, dos conocimientos que conecta con el objetivo de darle vida a mensajes que tiendan puentes de esperanza y reinterpretación. Cree firmemente en que las pequeñas acciones generan cambios significativos.

Hoy Fernando se acepta con sus momentos buenos y sus momentos malos, de hecho, agradece los últimos, porque sin ellos no estaría donde está, no tendría la posibilidad de contar su historia, no hubiera identificado sus pasiones. No sería “él”.

Para una mente sana 

Escribe acerca de tus emociones negativas, hacerlo ayuda a liberar el dolor y a reestructurar los pensamientos.

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