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En busca de una espiritualidad distinta
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En busca de una espiritualidad distinta

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Por Rubén Fernández Andrade
Subdirector del Centro de Fe y Culturas

Que exista una sociedad más justa, equitativa y pacífica, con un ambiente propicio para la convivencia de los seres humanos mediante la reflexión y acogida de otras experiencias de vida y  creencias es el propósito del Centro de Fe y Culturas.

Conversamos con Rubén Fernández Andrade, subdirector de esa entidad, y le preguntamos acerca de la espiritualidad distinta. Su respuesta fue que para ser espiritual existen muchos caminos y que cada persona tiene la tarea en la vida de encontrar uno propio; para ello, nos propone las siguientes alternativas:

La introspección
Desde hace miles de años, todas las civilizaciones han constatado que volver sobre sí, de manera a la vez reflexiva, compasiva y autocrítica, es una vía irreemplazable para acceder al interior y cultivar la espiritualidad. La escritora, Karen Armstrong, en su libro, La gran transformación, hace un fabuloso compendio de toda esta sabiduría. Dice, por ejemplo, recogiendo de antiguos textos: No nos podemos fiar de las pruebas de nuestros sentidos, sino que debemos mirar más adentro para encontrar el logos, el principio que rige la naturaleza. Y eso también se aplica a los seres humanos. Heráclito descubrió [así] la introspección. [Fui en busca de mí mismo].¹ En esta misma vía iba Sócrates con su convicción radical de la necesidad de conocerse a sí mismo: “La vida que no es examinada no vale la pena vivirse”.

El silencio
El epígrafe de un libro fantástico que nos ha ayudado en nuestro trabajo en el Centro de Fe y Culturas dice: “Las palabras transforman la realidad, pero el silencio transforma a las personas”. Esta frase del presbítero español Pablo d’Ors es muy elocuente a la hora de mostrar la necesidad que tenemos los seres humanos de silenciarnos; mejor aún, de aquietarnos para acceder a lo profundo de nosotros. En un mundo bullicioso y ensordecedor como este en el que vivimos, darnos oportunidades para el silencio es una urgencia. El yoga y la meditación, en sus ya innumerables, maneras hacen precisamente uso sistemático del silencio con estos propósitos.

La celebración y la fiesta
Si bien el cuidado del espíritu es una tarea de cada persona, no es necesariamente solitaria; al contrario, muchas sociedades han encontrado la manera de hacerlo de manera colectiva, con otros, más exactamente, en comunidad. Y para ello, la celebración y la fiesta se han diseñado como momentos de profunda trascendencia y conexión de cada uno consigo mismo y sus cercanos.

No es casual que muchas celebraciones en todo el mundo estén guiadas por rituales muy específicos, a veces milenarios. El ritual es lenguaje del espíritu, una manera de sacar a flote aquello que  está tan adentro, que no puede describirse con palabras.

La expresión estética
Una ruta hacia esas honduras enormes del ser es la música y la literatura, o el arte en general. Cuando la producción artística es genuina, es decir, cuando no es un acto de mercadeo de productos, normalmente lo que tenemos en frente es un espíritu desnudo que nos enseña caminos para acceder a nuestro propio interior.

Una búsqueda propia
La búsqueda de sí mismo, el autocuidado de la dimensión espiritual de cada ser, no es propiamente una actividad o un conjunto de actividades. Así como alimentarse bien, leer buenos textos, escuchar música sabrosa o reunirse con otros son componentes del día a día de la vida, así la introspección y el silencio, el encuentro consigo mismo, debería hacer parte de la cotidianidad. Nada que ver con encerrarse o aislarse, por el contrario, como bien lo dice d’Ors: “Cuando uno se busca a sí mismo adecuadamente, lo que acaba encontrando es el mundo”.²

Cuidar de sí incluye la dimensión espiritual de las personas, un propósito para toda la vida y para cada día de los años que nos quedan. Al fin y al cabo, las metas de una búsqueda espiritual genuina son bien sencillas, pero bien altas: conocerse a sí mismo, abandonar el egoísmo, volverse una persona compasiva y hacerse sabio o sabia.

 

Cuánto tiempo sacas al día para alimentar tu dimensión espiritual?
¿Qué tal si te quedas cinco minutos en completo silencio?

¹ Armstrong. Karen. (2006). La gran transformación. El mundo en la época de Buda, Confucio, Sócrates y Jeremías. El origen de las tradiciones religiosas. Paidos. Nueva York: P. 309.
² d’Ors. Pablo (2012). Biografía del silencio. Breve ensayo sobre meditación. Madrid: Siruela. P. 85

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