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Atención, atención, atención
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Atención, atención, atención

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Un día, un hombre se aproximó a Ikkyu y le preguntó:
Maestro, ¿podría por favor escribir para mí acerca de las máximas de la más elevada sabiduría?
Ikkyu tomó su pincel y escribió: “Atención”
¿Solo eso?”, preguntó el hombre.
Ikkyu escribió de nuevo: Atención, atención
Bueno, dijo el hombre, realmente no veo profundidad en eso que ha escrito
Entonces Ikkyu escribió la misma palabra tres veces: Atención, atención, atención.
Algo molesto, el hombre exigió: ¿Qué significa la palabra atención, en todo caso?
Ikkyu, amablemente, respondió: Atención significa atención.
David Schiller, The Little Zen Companion

 

Había muerto, estaba seco y arrugado, no había en él un solo signo de vida. Todo ocurrió con una rapidez increíble. En medio de mi angusta lo acaricié. Se sentía frío y mustio al tacto. Hace apenas unas semanas que lo visité parecía estar sano, sin embargo, unas manchitas me alarmaron. Me asusté, quise hacer algo, quizá más de lo debido.

Pero ahora mi rosal estaba muerto. Como no soy un jardinero experto, me limité a improvisar. Vi unas hojas secas, observé lo que tal vez fuera un hongo en el tallo y, actuando demasiado gerencial quizás, lo aboné mucho, lo podé en exceso y lo regué intensamente. Cuando uno está educado en la idea, tan occidental, de dominar la naturaleza, desconoce su fuerza infinita y la capacidad de los seres vivos de regenerarse con las condiciones adecuadas.

Le conté al jardinero y respondió ¡eso fue!, ¿qué?, pregunté, todo eso junto. ¿Nunca le dijeron, cuando era niño y tenía mascota, que no la sobara tanto que se le apestaba? ¿Usted es papá?, me preguntó, mirando mi apartamento con cierta desconfianza.

No, no soy papá… le respondí. Uno no abandona a los hijos, pero tampoco puede sobreprotegerlos. Es igual con las plantas. Lo miré, todo buen jardinero es un filósofo, y como filósofo genera algún recelo en los demás. ¿Qué diría El Principito si me pudiera ver?

Cuando comenzamos a preparar la edición de esta revista sobre la atención y su poder, no teníamos idea de lo que íbamos a descubrir. Pensamos que sería cuestión de contar historias de esperanza, de personas y organizaciones que se esfuerzan, se enfocan, se comprometen y logran lo que se proponen. Supusimos que sería tan fácil como decir que «aquello a lo que le prestamos atención crece».

Cuando leímos la primera versión nos sentimos vacíos. Entendimos que comenzábamos la exploración de un mundo desconocido para nosotros. Pronto ratificamos que el manejo de la atención es absolutamente necesario para la vida personal, familiar, organizacional y social, pero estudiamos un poco más y nos encontramos con que es bastante más compleja de lo que inicialmente pensábamos.

Prestar atención no es lo mismo que aferrarse a ideas, personas, valores o deseos. Descubrimos que hay una diferencia muy grande entre la atención y la obsesión. Referenciamos desde la sicología y buscamos un poco de sabiduría japonesa. Le dimos vueltas desde la fotografía y el arte, por aquello del encuadre, del foco. Luego de este corto viaje, tenemos esta hipótesis: la atención es un asunto de punto medio.

Sin atención, nada sucede, nos perdemos, nuestra energía se dispersa. Con demasiada atención, por otro lado, nos aferramos, nos volvemos adictos. Así lo dice Stephen Gilligan en su bello libro The Courage to Love (El coraje de amar), la idea es usar la atención «ni muy apretada ni muy suelta».

Como en la historia del aprendiz de jardinero, en la que fue evidente que el amor y la atención tienen un punto medio, donde la solución no es presionar a la naturaleza ni tampoco desentenderse; no acosar, pero tampoco huir. El fenómeno se da en muchas de las dimensiones de nuestra vida personal y laboral. Sin atención, no avanzamos, con demasiada atención, por otro lado, perdemos el panorama. Es como cuando manejamos un carro, hay que observar el camino, sin perder la visión periférica.

Si nos aferramos, nos volvemos rígidos, perdemos oportunidades, no vemos lo emergente. Por ejemplo, debemos cuidar nuestra salud, pero un exceso de atención a ella genera hipocondrías o manías. También sucede en el trabajo, queremos avanzar hacia un propósito superior, tener estrategia es fundamental, pero los planes detallados y la microgerencia se convierten en una camisa de fuerza.

Vivimos en tiempos en los que la atención es escasa y esquiva. Por eso los invitamos a reflexionar y conversar sobre ella. Aspiramos a que, con esta publicación, muchas familias y amigos suelten su celular y se dediquen una noche plena, cada vez con más frecuencia. Nos imaginamos que las empresas ganen consciencia de que ese bombardeo de chats, correos y mensajes por todos lados y a todas horas drena la preciada atención de sus trabajadores. Necesitamos en nuestras organizaciones más silencios, un poco de vacío para que surja la creatividad, más conversaciones tranquilas, hacer nuestro trabajo conectados, presentes, no pensando en esos mensajes sin responder ni en la reunión que sigue a continuación.

Ante el descubrimiento, gracias a la pandemia, de nuestro desafío histórico de salud mental, aportamos estas historias con la ilusión de que alguien las lea, se vea reflejado y comprenda que el manejo adecuado del encuadre y el enfoque de nuestra atención, en la vida como en la fotografía, aclara el camino, nos moviliza y crea el mundo, nuestro mundo.

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3 thoughts on “0

  1. Es de gran alegría e inspiración para mi poder leer estos contenidos que he encontrado en la revista Comfama. Me llevan a querer ser mejor día a día sin olvidarme de esa humanidad que, en los tiempos que atravesamos se ha venido desconfigurando. ¡Gracias por permitirme crecer más!

  2. Igual que sucede con la “Atención”, pasa con la palabra tan de moda y usada: La? “Coherencia”.
    Es necesario profundizar un poco más, sobre su verdadero significado y su real valor, ya que normalmente hacemos referencia a algo y abusamos de eso, sin tener claridad de la magnitud que significa.
    Mil gracias por el escrito y la reflexión que nos invita a hacer.

  3. El “Martha, Martha” de Jesús, debe ser lo que en palabras de Ikkyu sería: “atención, atención”… Pero nosotros como sociedad distraída no ha elegido la mejor parte.

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