Marcela Cuervo trabaja en Comfama y un día se sorprendió cuando le pidieron reportar los milagros de su vida. Una historia de cómo la gratitud embellece la cotidianidad.
Un día, de la nada, le pidieron a Marcela en su trabajo que por favor hiciera un reporte de los milagros en su vida. Se le hizo extraño, pues para ella la palabra milagro equivalía a algo sobrenatural. No sabía cómo iba a hacer para encontrar un hecho así en su vida.
También sintió un poco de temor y de vergüenza, no estaba familiarizada con el hecho de abrirse emocionalmente con su líder inmediato. Para ella la intimidad era un asunto exclusivo de sus amigas, su familia y su pareja.
Luego de la incredulidad inicial vino la explicación de su líder acerca de la solicitud.
Resultó que la palabra milagro proviene del latín miraculum, que significa: mirar con admiración.
La búsqueda de milagros en la que ya se encontraba inmersa era una invitación empresarial a mirar con admiración la cotidianidad. Un llamado a la pausa, a ser conscientes del presente, a sorprenderse con lo simple y a agradecerlo.
A Marcela esa explicación le dio sentido, por eso decidió realizar la tarea. Una semana más tarde, no fue fácil, pero las líneas que escribió daban cuenta del azul del cielo y del aire que respiraba. Se trataba de esas maravillas naturales que desde que nació la acompañan y que hasta ese día nunca habían sido motivo de agradecimiento.
Pasaron unas semanas más en las que tomó el ejercicio como un pendiente más del trabajo, sin embargo, con el paso de los meses, ella, que se considera pésima jardinera, se sorprendió en su casa agradeciendo por el inesperado renacimiento de una planta que estaba a punto de morir. Sin proponérselo, esa búsqueda de milagros que inició como una tarea se convirtió en algo natural.
Hoy es fácil para ella sacar su celular y en la aplicación de notas recopilar instantes y sensaciones por las que agradece cada día. Hace poco, por ejemplo, gozó de la compañía y el juego con un arcoíris que se le escondía cada vez que ella intentaba fotografiarlo por la ventana del avión mientras volaba hacia Urabá. Atesoró ese momento y lo mismo empezó a suceder con las palabras de su hijo, la presencia de su esposo y las frases que encontraba en los libros que leía.
A Marcela, convertir el asombro cotidiano en gratitud y milagros le trajo beneficios. Ella, que desde hace un tiempo buscaba el balance en su vida personal y laboral, notó que practicar este ejercicio de gratitud fue clave para empezar a dormir mejor, al equilibrar el lado de la balanza de las preocupaciones con el de las satisfacciones diarias.
Como dijo alguna vez el escritor francés Marcel Proust: «aunque nada cambie, si yo cambio, todo cambia».
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Agradecer… Tres cosas, diariamente durante treinta días. Es un ejercicio que ayuda a prevenir la depresión.
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