Aurelio es artista, por su salud y por la pandemia tiene que permanecer en casa. Momentos de tristeza lo abocaron a tomar una decisión: estancarse o encontrar una forma de viajar para crear. Optó por la segunda opción, sumergirse en la cultura, en los libros, en las imágenes y en la poesía. Una historia de cómo sí podemos viajar en días de COVID-19.
En las tardes grises de una casa en la Loma del Chocho, en Envigado, un yarumo, con sus hojas plateadas enmarca una de las escenas de la obra del personaje que habita este lugar mágico. Cuando se abre la reja, que más que acceso al predio es un portal a otra dimensión, Aurelio Pardo aparece sonriente.
Su casa es estudio, museo y salón esotérico. Una hamaca palidecida por el sol reposa tranquila en el marco de la entrada. Cerca de ella hay una mesita con dos sillas donde se daban conversaciones, infinitas, con amigos.
Aurelio llegó a Medellín luego de la muerte de su padre. Su madre, nacida en Jericó, regresó a sus raíces, las mismas en las que el pintor echó las suyas. Sus historias familiares, adolescencia en el barrio Prado Centro, el paso por el taller de Manzur, siendo uno de sus alumnos más queridos, y viajes a salones en Barcelona, fueron nutriendo la paleta de colores con las que expresa las escenas cotidianas de su obra, cada cuadro más colorido que el anterior.
Esos días de color parecen lejanos, hoy el arte sufre las heridas de lo inesperado. Una pandemia, una cuarentena, calles, museos y galerías desoladas. Quedarse triste, encerrarse o seguir, estancarse o viajar, eran las opciones de Aurelio, él eligió ponerle su mejor cara a este presente extraño aunque las dolencias que aquejan su cuerpo lo obligan a estar más quieto, el miedo lo lleva a resguardarse para sobrevivir.
Cumple con los hábitos anti-COVID, permanece en casa, minimiza su contacto con el exterior, cuando eso es inevitable, cubre su nariz y su boca, mantiene una distancia física de dos metros hacia los demás y se lava las manos cada tres horas, durante 40 segundos.
Con coraje blande sus pinceles como si fuesen un escudo que le permite aguantar, se sumerge en su mente y viaja por su universo privado: su
Aurelio plasma sus recorridos con palabras y pincel, cambia su perspectiva y la nuestra, su arte es un regalo de colores para el alma. Con sus viajes sin salir de casa y en días de COVID-19, Aurelio hace posibles mundos que a través del arte y la cultura nos demuestran que la vida está más viva que nunca.
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Elijo vivir… para crear arte, viajes que nos inviten a hacernos preguntas y a encontrar nuevas posibilidades.
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¿Cómo has viajado durante la pandemia?
Las ilustraciones de esta edición de la revista Comfama hacen parte de S.O.S Creativirus, una convocatoria realizada por Universo Centro para que los artistas pudieran expresarse en época de aislamiento.
Conocí a Aurelio hace 25 años, en su casa taller en Envigado. Donde me sumergi en sus libros y encontré un libro del cual me enamore con sólo leer el título: “La prima pravera de Manuela Saenz” , escrito por un francés. Aurelio logró ver en mis ojos la emoción, y me dijo : te lo regalo y ahun sigue siendo uno mis libros más queridos. Deseo reencontrarme con Aurelio y no ha sido posible. Agradezco a Confama ponerme e contacto con el me llamó Aleida Medina