Despertar a la poesía
Por: Verano Brisas
Poeta colombiano
La poesía es una presencia que habita en el espíritu humano. Para percibirla, basta emplear la sensibilidad que cada uno tiene. Puede estar dormida, pero es posible despertarla. Es más fácil en la niñez y en la juventud.
Es importante leer grandes autores (en prosa y poesía), ojalá clásicos, ya que cultivan una sintaxis precisa al escribir sus textos. Esto afina el oído y desarrolla el gusto por la poesía.
Es muy provechoso leer en voz alta poemas medidos y rimados, es decir, que tengan rima y métrica, porque ahí se nota más la cadencia. La prosa tiene también dichas cualidades, pero son distintas a las de la poesía. El español es una lengua esplendorosa, propia para la música y el canto, y eso es la poesía: si no hay música no hay poesía.
Existen muchos fabricantes de versos, que no son poetas. El poema se escribe para despertar emociones, no para dar explicaciones. En Colombia tenemos abundancia de buenos y malos poetas. Es necesario deshacerse de los segundos y quedarse con los primeros.
¿Habrá algo mejor para iniciar el año que la lectura de buena poesía? La vida es corta y debe utilizarse lo mejor posible. Los invito a probar esta experiencia maravillosa. Jamás se arrepentirán.
Los maestros son escasos, pero no imposibles de encontrar. Es conveniente entrar en contacto con ellos, mientras adquirimos autocrítica y aprendemos a ser selectivos.
Más que un pasatiempo, es un hábito de vida, por el cual crecemos intelectualmente, hasta convertirnos en seres humanos integrales.
Verano Brisas es escritor y amigo del poeta Jaime Jaramillo Escobar, X-504.
Futuro
Porfirio Barba Jacob
Decid cuando yo muera… (¡y el día esté lejano!) soberbio y desdeñoso, pródigo y turbulento,en el vital deliquio por siempre insaciado, era una llama al viento…
Vagó, sensual y triste, por islas de su América; en un pinar de Honduras vigorizó el aliento; la tierra mexicana le dio su rebeldía, su libertad, su fuerza… Y era una llama al viento.
De simas no sondadas subía a las estrellas; un gran dolor incógnito vibraba por su acento; fue sabio en sus abismos, y humilde, humilde, humilde, porque no es nada una llamita al viento.
Y supo cosas lúgubres, tan hondas y letales, que nunca humana lira jamás esclareció, y nadie ha comprendido su trágico lamento…
Era una llama al viento y el viento la apagó.