Los amigos de Andrés le decían que no se endeudara, que podía perder todo lo que tenía. Él con confianza, trabajo e inteligencia, vio a las deudas como aliadas. Una historia para reconocer los créditos como posibilidades para crecer.
Andrés Felipe Chaverra hace de todo: cultiva, guadaña, cría el ganado y construye. Aprendió a hacerlo cuando a los 10 años murió su padre y se encontraron sin dinero ni posibilidades para subsistir. Él y su hermano tuvieron que salir a trabajar en lo que resultara en el campo para ayudar a su mamá y llevar dinero a casa, en zona rural de Guarne, en Antioquia.
Los tres pasaron a suplir los ingresos que llevaba su papá, lo que hizo que Andrés y su hermano crecieran como niños y jóvenes disciplinados con una visión de los negocios particular, eran típicos «rebuscadores», como se les dice coloquialmente. La experiencia les hacía ver oportunidades para ganar dinero donde otros veían riesgos.
«Siempre me he esforzado por salir adelante», dice orgulloso de sí. Pues terminó el colegio teniendo que estudiar y trabajar, consiguió empleo en una empresa y años más tarde, cuando quiso ganar más, volvió al rebusque. Quería aprovechar todas las habilidades que había aprendido por años, para comprar una casa y obtener ingresos mayores a un salario mínimo.
Fue así como a los 29 años hizo un primer préstamo de un millón de pesos en el Banco Agrario para comprar una motosierra y empezar en el negocio de la tala legal de madera.
«Esa motosierra fue una de las primeras herramientas que compré, hace más de 10 años, y hoy tengo más de 30 millones en herramienta. Cada préstamo lo uso para invertir, no me lo gasto; apenas lo pago, hago otro para financiar cosas más grandes».
Ha hecho alrededor de siete préstamos en su vida, dos de ellos con Agricapital, una empresa que acompaña a productores agropecuarios, les facilita créditos para aumentar el potencial de sus cultivos y es aliada de Comfama para el sector agropecuario.
Tomate, uchuva, fríjol, levante de ganado y cría de cerdos. Andrés trabaja en todo lo que vea posible y rentable. Además de trabajar fuerte, maneja eficientemente los recursos; un ejemplo de ello es que ve a los préstamos y las deudas como aliadas, no como enemigas.
Lo cree porque a pesar de que sus amigos lo juzgaban y le decían que no se endeudara, que apostara a lo seguro y siguiera en la empresa, él siguió con confianza y aprovechó esos capitales para progresar.
Con el préstamo en Agricapital compró cinco terneras, a los dos meses estas ya costaban 40% más y las vendió. Hace poco, también compró un lote de madera en pie y duplicó su inversión, además de dejarle el material principal para construir cinco cabañas. A sus 41 años, está cerca de dejar de vivir de su trabajo y está terminando de construir unas cabañas de madera para obtener rentas mensuales. Ya logró alquilar una de ellas.
«Mucha gente usa los préstamos dizque para comprar ropa, un carro y no se fijan en algo que les dará producción más luego, una vez esas inversiones den fruto, con las ganancias se hacen los gastos que se quieren o se necesitan», señala. Las deudas no son malas si las usamos para crecer.
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¿Cómo aprovechaste la última deuda que adquiriste? ¿Cuál fue la última inversión que realizaste?
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Usar un dinero que no es nuestro también tiene un precio. Este valor se mide con un porcentaje que nos muestra lo que vamos a pagar de más por utilizar una cantidad de money que, por ejemplo, nos presta un banco. Este porcentaje puede cambiar según el riesgo (qué tan posible es que nos volemos con plata ajena o no paguemos).
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