Corría 1980. Marisol y Félix trabajaban en la misma empresa; allí fue donde se conocieron. Veintidós meses después se casaron y siete más tarde le dieron la bienvenida a Felipe Andrés, su primer hijo. A los dos años se repitió la alegría, llegó a casa la consentida de la familia: Sarita.
Los Tabares Chaverra son una familia tradicional de costumbres y arraigo antioqueño. Félix tiene doce hermanos y Marisol suma seis. Ambos heredaron de sus padres el valor de la unión, y para ponerlo en práctica encontraron un camino, el de los sueños compartidos: “Mientras tengamos la capacidad de soñar juntos, viviremos juntos”.
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Hoy, ambos son pensionados y continúan viviendo con Sara, pues Felipe Andrés ya se independizó. Como padres tienen claro que los hijos son prestados y que en cualquier momento tienen el derecho a irse, ojalá para volar muy alto.
Cada día renuevan sus sueños, de lo contrario dejarían de ser eso, sueños, y se convertirían en rutina. Cada quien tomaría un rumbo diferente. Como pensionados decidieron disfrutar un “poquito” más de la vida, hacer lo que les gusta, viajar sin afán y compartir con sus hijos mientras disfrutan de sus aficiones.
En los cursos de Comfama aprenden para la vida. Félix, guitarra e inglés, Marisol, manualidades y cocina, mientras Sara, salsa y porro. Juntos, también, comparten otras pasiones como la fotografía y la gimnasia. Los Tabares Chaverra disfrutan de las pequeñas cosas de la vida. Aprendieron que estar con aquellos a los que se ama es suficiente.
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Así como yo