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0 Diálogos Improbables es una plataforma que, en el Cesar, permitió la construcción de paz en un territorio que vivió la guerra.
En 2017, con el acompañamiento de un equipo profesional de la plataforma Diálogos Improbables, un grupo de actores y líderes del departamento del Cesar, quienes protegían distintos intereses, aceptaron el reto de conversar sobre el futuro de su territorio, el objetivo: encontrar salidas a conflictos vigentes.
Una de esas personas es Icela Durán, oriunda de Aguachica, Cesar. Ella, desde 1996, cuando era adolescente, empezó a preocuparse por los derechos humanos de su comunidad.
La primera vez que a Icela la invitaron a la mesa de conversación, dijo que no. Aunque su experiencia como defensora de derechos humanos le daba toda la legitimidad para estar allí, no era fácil dialogar con quienes se habían opuesto a sus luchas comunitarias. «Es muy complicado estar al lado del hijo de Jorge 40, alguien que le hizo tanto daño al departamento; o a políticos corruptos de la región, eso me confrontaba». Sin embargo, hubo un segundo llamado. En esa ocasión dijo que sí.
El día que fue a la primera sesión, vio su nombre en una silla contigua a la de un político con un pasado ligado a la parapolítica, eso la incomodó, la cuestionó, pidió cambio de puesto, pero se lo negaron porque ese era justamente el objetivo de la metodología: incomodarse para conversar.
Esas incomodidades autoimpuestas se extendieron durante más de dos años de reuniones, para construir escenarios de transición hacia la paz. Icela recuerda dos momentos que, aunque tensos y de confrontación, no quebrantaron el compromiso de dialogar: el primero, cuando un líder del Cesar estaba dispuesto a conversar con el hijo de Jorge 40, a pesar de que su padre lo había mandado a matar; y el segundo, cuando estaban intentando definir hacia dónde iban, ya que todos querían dar prioridad a sus puntos de vista.
Pese de los desencuentros recurrentes, Icela y más de veinticinco líderes, lideresas y actores de distintos sectores del Cesar, construyeron un decálogo con los principios de convivencia a los que todos se comprometieron, mismos que también compartieron con las comunidades que cada uno representaba.
El primer gran principio y acuerdo: la vida es sagrada, seguido del de la no violencia es la acción. Con ellos, la ruta de los diálogos encontró el camino hacia resultados tangibles: realizaron acciones conjuntas para la comunidad, eventos de socialización de los acuerdos, conversaciones sin estigmatizar ni agredir al otro. Todas estas, búsquedas para que todos tuvieran voz sin hacerse daño.
«Yo he cambiado en la manera en que he aprendido a escuchar y a reconocer al otro en su diferencia. Poder entender que si yo no comparto todo, igual me puedo sentar a conversar con esa persona. Aprendí que los odios y los resentimientos quedaron en otro espacio y que es la polarización lo que no nos ha permitido escucharnos, porque todos queremos lo mismo», relata Icela, sobre el aprendizaje que le ha dejado esta experiencia.
Hoy, Icela y varios miembros de Diálogos Improbables, conversan en torno a las experiencias significativas que pueden servir para construir un diálogo frente a la situación que está viviendo el país con el paro nacional. Saben que, tal vez, falta mucho por conversar, pero dar ese primer paso hacia la negociación transforma territorios.
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La plataforma Diálogos Improbables nació como una respuesta a la división en la que se vio sumido el país, después del plebiscito del acuerdo de paz con las FARC en 2016. Es una iniciativa que promueve acercamientos y negociaciones entre actores representativos diversos y opuestos, con un objetivo: establecer el diálogo como una práctica cultural.
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¿Realmente qué te impide dialogar con esa persona a la que consideras tu contrario?
