“¡Uy, esto es algo que no le he contado nunca a nadie! Yo me presenté a la Universidad Nacional de Bogotá para Ingeniería civil y no pasé. Fue muy duro porque siempre había sido ‘excelencia académica’ en el colegio y era algo que no esperaba. Supongo que la vida me tenía mejores cosas, pero fue muy duro, lloré mucho”.
Así fue. Sin saberlo, Sofía estaba destinada a ser una de las mejores apneistas del mundo, un deporte que se ha convertido para ella en un estilo de vida y que le ha enseñado mucho sobre sí misma.
En la calle dicen que “ni lo que cae del cielo es regalado” y para que ella llegara a la élite tuvo que superar varios obstáculos y sumar varios fracasos a su carrera deportiva.
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Por ejemplo, cuando consiguió el récord mundial de apnea en la modalidad peso constante con bialetas, falló el primer intento: “Fracasar esa primera vez me hizo sentirme débil, pero al mismo tiempo me dio la fuerza suficiente para intentarlo de nuevo. Ya sabía que había ‘botado’ los nervios en esa inmersión y que lo tenía que lograr en la siguiente”.
Lo más importante que le enseñó el fracaso a Sofía fueron sus debilidades y por ello ha podido convertirlas en fortalezas. De hecho, estas experiencias le han dado el impulso para levantarse con más fuerza y más ganas de ganar: “Fracasar no debe ser algo negativo, sino positivo en la vida, y eso es lo que nunca nos dicen”.
Mientras la vida se lo permita seguirá haciendo lo que la apasiona: la apnea, ese deporte que ya no puede vivir sin practicar y que se convirtió en la razón por la que se levanta todos los días.