Después del Sol, ¿cuál es la estrella más brillante de todo el cielo nocturno? Sergio Andrés Arismedy García, de 10 años, sabe la respuesta, pero en su denominación latina: Sirius.
Lo aprendió en uno de sus libros favoritos: La enciclopedia del espacio, ese tesoro de papel que al abrirlo le distorsiona el espacio – tiempo, como un agujero negro, y lo transporta al Universo, a donde flota Sirio, la estrella binaria compuesta de dos estrellas blancas que orbitan entre sí, dato que también Sergio Andrés sabe explicar a la perfección.
A su otro astro favorito los Mayas lo conocían como Ixchel, la diosa sustentadora y creadora de la vida. Sergio Andrés lo reconoce como la Luna. Sí, el cuerpo celeste más fácil de ver al cobijo de la noche, ese que tarde o temprano aparece sobre nuestras cabezas con su majestuosidad.
Pero Sergio Andrés quería más que la literatura de estos astros. ¿Cómo experimentar en carne propia lo que sentía el astrónomo William Herschel hace siglos al inspeccionar el cielo con un telescopio?, simple, teniendo el suyo. ¿La respuesta de sus padres?, trabajar para conseguirlo.
Empezó vendiendo solteritas y obleas, y cuando sus papás ya no podían comer una más, cambió su mercancía por medias. El resultado: casi $400.000 que, con un aporte adicional de Adriana y Herney, permitió que ahora, en su casa, tenga un telescopio con el que quizá pueda descubrir, algún día, su propio Urano.
Así, en alguna biografía futura, las personas podrán conocer que, en su niñez, el gran astrónomo colombiano Sergio Andrés Arismedy García solía buscar estrellas, planetas y satélites con su telescopio, pero antes, en los libros de la biblioteca Comfama de Pedregal.
En su voz
-¿Qué es el amor?
“Cuando una persona se
enamora de otra, cuando una
persona ama a otra”.
-¿Y eso qué significa?
“¿Qué dice la Biblia
de eso?
Que debes amar a tu
prójimo como a ti mismo.
¿Cómo así? No tener enemigos.
Eso es el amor”.