De niños soñamos con ser grandes, con convertirnos en médicos, arquitectos, pilotos o enfermeras. Esa última profesión, fue el sueño de Luz Elena: dedicar su vida al servicio de la sociedad, a acompañar y darles tranquilidad a las personas que padecían una enfermedad.
De niña se levantaba a las 6:00 a.m. a ordeñar vacas y a cargar la leche. Mientras se dedicaba a estas labores del campo, se imaginaba yendo a la universidad, poniéndose una toga el día de su grado y haciendo curaciones. Luz quería crecer rápido.
Era la hermana del medio y siempre tuvo esperanza. Al escondido de sus papás, se ponía los zapatos de sus hermanas y los soñaba blancos, acompañados de medias veladas, una bata hasta las rodillas y una cofia, el gorro que con orgullo portan las enfermeras más elegantes.
Los años pasaron sobre esas fantasías infantiles. Hoy Luz es madre. John, uno de sus hijos, que cursó la universidad sin pagar ni un centavo después de obtener el mejor Icfes de su colegio, está a punto de ser profesional y va a cumplir uno de los sueños que su mamá no pudo: ponerse la toga el día de su grado y dedicarle su vida a lo que lo apasiona, la Comunicación Social.
“Me gustan más los sueños del futuro que la historia del pasado”, Thomas Jefferson Político estadounidense.
A veces la muerte de un sueño es el nacimiento de otros más grandes. Luz no pudo ser enfermera. La necesidad de trabajar desde la niñez reemplazó sus deseos de estudiar, pero no de elegir. Escogió entonces un nuevo sueño: hacer que su hijo pudiera cumplir los suyos.
Hoy, además, los Giraldo sueñan juntos, según John, desde hace varios años su familia anhela tener casa propia. Han hecho el ejercicio de visualizarla: tendrá dos habitaciones, piso de baldosa o madera, hará parte de una unidad cerrada y habrá silencio, para dormir y desconectarse.
Tras su grado, la nueva perspectiva laboral de John será clave para que esta familia pueda unir recursos y cristalizar su propósito, él y su mamá están entusiasmados y tienen claro que trabajarán juntos por esta meta compartida.
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Soy Wilber Tuberquia, estudiante universitario de 25 años. Me apasiona la neurociencia y el ejercicio social. Me gusta leer, visitar a mis amigos y salir de paseo.
Mi deseo para la sociedad: que hagamos ejercicios más asertivos para mitigar la brecha de desigualdad.
Mi historia es de superación personal
Mi sueño de ponerme la toga también se vio aplazado por muchos años, decidí trabajar apenas termine mi bachillerato ya que mis padres se habían separado y sentí la necesidad de llevar la obligación del hogar.
A los 21 años me embarace del que creí seria el amor de mi vida, a los 23 tuve mi segundo embarazo, y bueno en vista de eso, mi futuro seria ser una joven madre soltera ya que el padre de mis hijos me había dejado con el segundo bebe.
En esa época estaba desempleada y busque trabajo, allí nuevamente la vida me dio la oportunidad de conocer al que ahora es mi esposo, un hombre emprendedor, hogareño que acepto mis hijos como suyos tuve mi tercer hijo y ahora conformamos un bello hogar.
Después de tantos años inicie mis estudios profesionales con becas Comfama, donde me he sentido realizada y he contado con el apoyo de muchas personas.
Comfama también me dio la oportunidad de realizar mi practica y ahora estoy en esta hermosa empresa, de la cual uno se enamora apenas ingresa.
Aquí estoy realizando mis sueños de juventud. Porque si se puede y nunca es tarde.