Ser perfusionista, un mundo desconocido, un mundo invisible. Allí donde habitan héroes que nadie conoce, que nadie ve, pero sin los cuales no existiría la cirugía cardiovascular.
Danery Otálvaro Villegas es enfermera de profesión y desde hace 10 años también es especialista en perfusiones y circulación extracorpórea.
Ser perfusionista hace parte de la tríada de la vida, como ella lo denomina: el cirujano, el anestesiólogo y el perfusionista.
Lleva 19 años trabajando en la Clínica Cardio VID y llegó a su puesto actual de casualidad: primero trabajó en el Programa especial de riesgo cardiovascular hasta que su jefa inmediata le dijo que había dos vacantes para ser perfusionista en cirugía y que quería que se le midiera al reto.
Danery, que jamás había entrado a una Unidad de Cuidados Intensivos ni a ninguna cirugía, declinó ese ofrecimiento. Sin embargo, un mes después recibió otra vez la invitación y como no fue capaz de negarse nuevamente, comenzó su especialización. No lo sabía pero había tomado una de las mejores decisiones de su vida.
“Primero entré a cirugía en asistencia, en junio del 2007 empecé el entrenamiento, en el 2008 me gradué y aquí estoy 10 años después”. Ella pensaba que no tenía el perfil pues su trabajo era más tranquilo: ser la enfermera de consulta, estar con pacientes y dar charlas de educación, “y esto es otro mundo, es una emoción permanente, una cosa de locos, adrenalina 100 por ciento”, cuenta.
El éxito se vive en grupo y el fracaso también
En el momento de la cirugía todos los roles son importantes. El paciente entra, el anestesiólogo hace la inducción para dormirlo, luego aparece el cirujano, pero antes del procedimiento hay que parar el corazón.
Ahí es cuando Danery conecta el paciente a la máquina de circulación extracorpórea para que comande todas las funciones vitales que lo ayudan a mantenerse con vida durante el proceso.
Una vez el cirujano finaliza la cirugía, poco a poco ella empieza a devolverle las funciones al corazón, “despacito lo vamos desconectando de la máquina hasta que el paciente retoma toda su función cardíaca”, explica.
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“Uno no se imagina lo que es hasta que está ahí metido, requiere un proceso de formación y un compromiso muy serio todo el tiempo”.
Y justamente así es como Danery entiende su profesión, pues tiene claro que para cumplir con su tarea debe tener también una alta tolerancia al fracaso.
“Nosotros hacemos todo para que las cosas salgan perfectas. Por eso cuando eso no ocurre, lo asumimos con mucha tristeza. Si bien nosotros no salimos a darle la cara a la familia, estamos detrás sufriendo en grupo porque el éxito se vive en grupo y el fracaso también”.
Danery ama su trabajo, sabe que tiene un horario de entrada pero no de salida, que el sacrificio es grande, pero la recompensa es mayor.
“La gente no sabe que existimos, pero ver al paciente responder y cómo su corazón retoma todas sus funciones es muy emocionante”, dice.
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Excelente .un ejemplo ha seguirnaldas. Esta es la gente. Que la gente necesita. Siempre felicidades. Un orgullo. Para ella y su familia!