Comfama, mediante su unidad de Gestión Regional, ha intensificado su presencia en Segovia y Remedios, en el Nordeste antioqueño. Ahora, los mineros de la región tienen fácil acceso a los servicios de la Caja, lo que mejora significativamente su calidad de vida.
Carlos Miguel, 40 años como minero
El 24 de diciembre del 2016, Carlos Miguel Pino cumplió 70 años. “Ya siento el atardecer”, dice. Pero quien lo vea caminando por la mina El Silencio, en Segovia, no le cree ni media: está más entero que muchos de 50.
Ha dedicado 40 años a la minería. Ligó su vida al oro con el arribo de empresas mineras a la región, oportunidad para darle una mejor vida a su familia.
Cuando entra a El Silencio y escucha el zumbido del viento emulando “un viajado de cocuyos”, piensa que su esfuerzo ha valido la pena. Su arduo trabajo le permitirá un retiro tranquilo al lado de su esposa.
Carlos es un referente, todos lo llaman al pasar. Él, por su parte, quiere dejar un legado en las nuevas generaciones: calma para tomar buenas decisiones, tanto en el interior de la mina como fuera de ella.
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José Abelardo, siete meses como ayudante de minero
Cuando se iba a montar por primera vez en “la marrana”, esa carretilla que lleva a los mineros al interior de las minas, “estaba más asustado que un verraco”, dice.
Pero una vez adentro de esa gran ciudad que es la mina Providencia en Segovia, José Abelardo Cañas Gaviria, ayudante de minero, se relajó y tomó con calma su día de inducción.
Si bien sentía un calor sofocante y el aire se hacía como un regalo exclusivo para los dioses, sabía que allí estaba su futuro.
José, por ello, quiere estudiar una técnica en operación de máquinas pesadas y enfocar así su permanencia en las minas. Mientras eso sucede, no se hace el de los oídos sordos: escucha los consejos de los mineros y va apuntando todo en su mente… Después de la siembra llegarán los frutos.