¿Qué es el miedo?
La expectativa o anticipación del dolor, el sufrimiento, el vacío, la desesperanza. Para mí el miedo se parece mucho a la angustia. La biología nos ha dicho que el miedo nos ha ayudado a sobrevivir como especie; pero, en paralelo la sociedad nos ha inculcado el mensaje de que el miedo es malo, ¿cómo entiende usted esta dualidad?
A veces la cultura, las normas sociales en particular, contradicen nuestros instintos, nuestro legado biológico. Algunas veces para bien, pero en otras esta contradicción es perjudicial, lleva a una represión absurda. El miedo, para usar una expresión de los antropólogos, es un “universal humano”, hace parte de nuestra esencia.
¿Consideraría el sentir miedo un derecho?
Colombia es un país de abogados. Históricamente hemos sobrestimado el papel del derecho como factor de cambio social. Hago esta salvedad, porque considero que sentir miedo sí es un derecho, pero no en un sentido jurisprudencial, tutelable, que implique demandar a alguien. Quiero, mejor, decir “no tengamos miedo a decir que tenemos miedo”. Entre todos, cultivemos una sociedad en la que pueda hablarse del miedo abiertamente.
Y Alejandro Gaviria, el académico, el ministro, el papá, el hijo, el esposo, ¿siente miedo? ¿Qué hace cuando esto sucede?
Claro que siento miedo, miedo a la muerte, miedo a perder a los que amo, miedo a la enfermedad, miedo al dolor, miedo a no estar a la altura de las expectativas (que yo y otros me han puesto), miedo a fracasar, miedo al ridículo, miedo a la soledad, miedo al hastío, en fin… Algunas veces trato de racionalizarlo, de objetivamente entender las circunstancias y probabilidades, otras veces lo reprimo, otras más lo comparto; lidio con el miedo como lo hacemos todos, escondiéndolo, compartiéndolo o tratando de entenderlo.
¿Cree que son diferentes los miedos dependiendo del rol que estemos jugando en la sociedad?
Yo creo que hay un miedo esencial, casi ontológico, que no depende de los roles sociales. Pero hay otros miedos que sí dependen de nuestra posición en la sociedad. Unos sienten miedo al rechazo; otros, más encumbrados, a perder el poder. En fin, somos unos primates muy sociables (nos importan mucho las opiniones de los otros) y eso produce miedos distintos según las jerarquías sociales. Sin embargo, el príncipe y el siervo sufren del mismo miedo, el miedo a la nada y al olvido que hace parte de la condición humana.
¿Cree que es bueno sentir miedo?
Una cosa buena, en este mundo de apariencias, en la farsa en la que vivimos muchas veces, es que el miedo es auténtico. Es un sentimiento de verdad. Lo malo es que el miedo, a pesar de ser auténtico, puede ser manipulable con intenciones políticas. Reivindicar el miedo, pero rechazar las “políticas del miedo”. Ahí está la clave.
¿Cuál es el día en que mayor miedo ha sentido Alejandro Gaviria? ¿Lo recuerda?
En dos momentos, ambos tienen que ver con la muerte. Cuando estuve a punto de ser asesinado hace ya treinta años en un robo. Creí en ese momento que no iba a salir vivo. Se me cruzó por la mente mi cadáver tirado en una acera, lleno de sangre. Y más recientemente, cuando me dijeron que tenía cáncer. Supe inmediatamente que mi vida, lo que me quedaba, para decirlo de manera dramática, había cambiado para siempre.
¿Qué tiene de bueno sentir miedo?
Varias cosas. Una ya la dije, la autenticidad. Otra, también ya mencionada, es obvia: el miedo hace parte de la supervivencia, refleja nuestro apego instintivo a la vida.
¿Deberían inculcarnos en nuestros hogares educación en relación con el miedo? ¿Educación que apunte a naturalizarlo, a sentirlo como algo que hace parte de la vida?
La clave está en hablar, en inculcar el diálogo en los hogares y en la comunidad. Yo he venido, por ejemplo, promoviendo una conversación sobre la muerte; deberíamos hablar del tema, discutir cómo queremos morir, cuáles son nuestros deseos y expectativas en los últimos días de nuestras vidas. No es fácil, pero es clave para lidiar con el miedo y para reducir algunas de las perversidades de la vida moderna: la excesiva medicalización de la muerte, por ejemplo.
Para una mente sana
Escúchate, sumérgete en un estado de silencio y pregúntate ¿Cómo te sientes? ¿Qué quieres? ¿Por qué lo hiciste?
Gracias a todos https://t.co/zPVTBfxQ5o
— Alejandro Gaviria (@agaviriau) 4 de junio de 2018