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Nicolás, el destino grande de un niño pequeño
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Nicolás, el destino grande de un niño pequeño

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En el barrio Pérez, en Bello, existe un pulmón para muchos desconocido. Un lugar con árboles florecidos que dan sombra, descanso y aire limpio. El parque que Comfama tiene aquí es un resguardo verde en el que encuentras canchas de fútbol, piscina, área húmeda y un jardín infantil al que todas las familias de las cercanías quieren traer a sus hijos.

En este jardín estudió Nicolás. Y está bien llamarlo jardín porque justo eso es en mitad del barrio y de la ciudad: un lugar insólito que conserva la comunión con lo natural.

Nicolás es un chico como cualquier otro. Es el hermano mayor, pero es mucho más pequeño que su hermanito. La genética jugó sus cartas en un orden distinto y Nico será más bajo que todos los demás a su edad. Por eso mismo, que su primera escuela fuera este jardín en la esquina de su casa, fue la bendición más grande que encontró Ana María, su mamá.

Nicolás aprendió jugando a vencer obstáculos. No hay altura que lo detenga.

El concepto del programa de inclusión de Comfama hace parte de cada ciclo educativo ofrecido y por esto siempre atendieron a Nicolás Areiza con especial interés, siendo consecuentes con sus necesidades. “Aquí siempre tuvieron un banquito, algún objeto que le ayudaba a alcanzar lo que necesitara. No era que otro hiciera las cosas por él, sino que le enseñaban a que él las hiciera”, dice la mamá.

Los recuerdos sobre lo que su hijo vivió hasta el año pasado se convierten en anhelos cuando dice que es muy difícil encontrar en la primaria un colegio donde Nicolás reciba la atención que tuvo en el preescolar. Las instituciones especializadas son en extremo costosas, imposibles de pagar para ellos en este momento de la vida.

Aquí se aprende jugando, las vivencias cotidianas son parte de la formación en clase. Una metodología que les permite a los niños hacer suya la experiencia de aprender. Por eso encuentras a cada vecino con profundo interés por que sus hijos empiecen su etapa educativa en un jardín como este. Y no te extrañes si luego escuchas a las madres lamentarse porque no hay un colegio de Comfama.

Mientras Nicolás adelanta su primer año de primaria, su hermano Federico aún cursa el preescolar y más de una vez el hermano mayor ha querido irse con el hermanito a quedarse a estudiar con él en ese lugar en el que ha sido tan feliz. Por eso, sus padres buscaron que no perdiera del todo el contacto y ahora acude los domingos a clase de pintura. En casa tiene las paredes de su cuarto decoradas con las obras que hace en clases. Sus padres saben que desarrollar la creatividad hoy puede ser fundamental para que sea feliz mañana.

Nicolás es arriesgado. Salta. No se asusta. No se siente nunca en desventaja. Lo habita un espíritu aventurero. Es todo un hermano mayor: siempre protege a su hermanito sin importarle la diferencia de talla. De hecho, cuando estás con él, pronto olvidas ese detalle que solo es anécdota, porque es un niño como cualquier otro que quiere ser y hacer como los demás. Es uno de los más aventajados en su clase, dicen los maestros. En casa y en el preescolar le enseñaron bien: uno es del tamaño de sus sueños.

Y los sueños de Nicolás son grandes.

Texto: Juan Mosquera Restrepo.
Fotos: Federico Ríos Escobar.

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