Menstruar desde la ruralidad y con una identidad diversa. Las realidades desde las que Andrés Rangel, quien pasó su infancia en Norcasia, Caldas, resignificó su ciclo menstrual.
Me llamo Andrés y a los doce años, en segundo de bachillerato, tuve mi primera menstruación.
Lo raro fue que antes de eso ni mi mamá, amigos o profesores me habían hablado de la posibilidad de sangrar por haber nacido biológicamente mujer.
Corrí al baño y me amarré el saco en la cintura. Ese día, en vez de salir al recreo me quedé cuidando los bolsos de mis compañeros de salón. Recuerdo que fue especial: en el colegio proyectaron una película en la biblioteca y pudimos ir con nuestra ropa, no con uniforme. Aun así yo estaba todo asustado de pararme del pupitre y me quedé ahí hasta poder salir sin que nadie me viera.
Algunas veces vi a mi mamá usar ‘los chiritos’, unos trapos de tela con los que retenía la sangre de la menstruación, pero nunca había hablado con ella sobre qué significaba, ni acerca de qué hacer.
Fui a la casa, abrí las piernas y le dije “má, ve”. Ella me dijo que a Keyla, mi hermana, ya le había llegado. Me puso un plástico para que no se me pasara la sangre a los calzones y luego me dio cinco ‘chiritos’ para irlos lavando cada que se llenaran y, así, se alcanzaran a secar.
Los ‘chiritos’ no me hacían sentir seguro, por eso empecé a faltar al colegio cuatro días al mes, cada vez que menstruaba. También me tuve que alejar de mis amigos y dejar de ir esos mismos días a correr con ellos por los potreros.
Pasaron años mientras seguía conquistando mi cuerpo. Empecé a cortarme el pelo, a vestirme con ropa masculina y a usar bóxers. Siempre me he sentido hombre, pero que yo me identifique así no hace que deje de menstruar. Eso podría pasar si me hago una transición hormonal, pero no es lo que quiero por ahora.
Hoy entiendo que mi mamá hizo lo que tuvo a su alcance para acompañarme, sé que no tuvo más información a la mano, pero pienso en la misma situación para otras niñas y personas menstruantes y espero que tengan mejor suerte.
Ojalá sus papás y mamás les hablen de menstruación, les expliquen por qué sucede y les enseñen a utilizar una toalla higiénica. Yo, ya grande, aún estoy aprendiendo todo lo que significa tener un ciclo dentro de mí.
Que hermosura de palabras, estás experiencias que han contado acerca del ciclo menstrual, han cambiado mí perspectiva acerca de esta maravilla que sucede dentro de nuestros cuerpos, el ciclo menstrual.
Mil gracias por sus palabras