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Los tabúes se conversan
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Los tabúes se conversan

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A Alejandra Muñoz, lo que pensó que iba a ser un tabú o una vergüenza la ayudó a consolidar una relación con su padre que va más allá de un vínculo familiar.

 

Mi historia se remonta 17 años en el pasado. Era una niña más en un colegio femenino. Mis padres se habían separado hacía poco, por lo que quedé viviendo con Luisa, mi hermana mayor, y Héctor, mi padre. Mi madre se fue a vivir a Estados Unidos.

Precisamente, en medio de ese año movido, tuve mi primera menstruación. Hoy siento que es la situación más normal que puede atravesar mi cuerpo pero, aunque tuve muchos acercamientos a este tema en mi colegio, en ese entonces pensaba diferente.

Varias preguntas se vinieron a mi mente, ¿debo sentir vergüenza?, ¿ya no soy una niña?, ¿qué va a decir mi familia?, ¿o mi padre?, ¿se lo debo contar? Y me respondía “¡no! ¿Por qué? Él es hombre, no tiene por qué entender la situación por la que estoy pasando”.

Así que decidí callar y, de una forma muy autosuficiente, vivirla sola.

Ni a Luisa le dije puesto que, como muchas hermanas, al ser pequeñas no nos queríamos mucho.

¿Cómo hice? Por suerte, una empresa de toallas femeninas iba mucho a mi colegio en ese entonces, por lo que pude acumular algunos kits que me habían regalado para suplir mis necesidades. Sin embargo, al segundo mes, ya no tenía ni toallas ni dinero. Por lo que tuve que contarle a mi prima, quien decidió decirle a mi papá. Yo no cabía de la rabia.

Para mi sorpresa, mi padre no pudo recibirlo de mejor forma. Poco a poco se acercó y me habló sobre los niños y de cómo se comenzarían a acercar a mí de una forma diferente, además conversamos de métodos para gestionar mi menstruación como las toallas higiénicas o los tampones y que era mi decisión elegir con cual me sentía más cómoda.

Más adelante hablaríamos de sexualidad y de los cuidados que debía tener, entre otros. ¿Qué logramos? Unirnos.

Hoy mi padre es esa persona en la que más confío en el mundo, que me entiende, no importa que sea hombre, como pensé al principio, nuestro vínculo va más allá de un género y de la sangre.

Pensamientos de papá

Para mí como hombre tener dos hijas, ambas en edad de menstruación y estar con ellas en el momento de su llegada, hubiera podido convertirse en una situación de angustia por cuenta del desconocimiento. Sin embargo, traté de ver la oportunidad para aprender más de ellas, acompañarlas y apreciarlas. Desde ese instante comencé a entender que esas niñas pequeñas, mis tesoros, las niñas de papá inocentes y curiosas que corrían por la casa, se estaban transformando.

¿La verdad? Sentí mucha alegría al vivir ese momento. Tanto que, al enterarme, lo único en lo que pensé fue en llenar la casa de flores. Sí, sabía que les apenaba, pero quería que entendieran cuánto las amo y las valoro. Fue un proceso un poco traumático, tuve que aprender para enseñarles, para sacarlas de su confusión y que pudieran afrontar la situación. Conversé con ellas para que encontraran los métodos para protegerse y con los que más cómodas se sintieran. Les brindé conocimiento para que se sintieran libres. ¡Para mí,
fue algo muy bonito!

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