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En pareja y en voz alta
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En pareja y en voz alta

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Li Po es un gato común, de esos blancos con café que crecen más que los demás, comen mucho y son tan cariñosos que derriten de amor a los corazones más rudos. Los domingos, en Leticia, Amazonas, eran quizá sus días favoritos porque Joana y Enric, sus papás humanos, estaban en casa. Por eso, cuando se aburría de trepar en árboles y vigilar pájaros para cazar, entraba por la ventana a buscar mimos y a acompañarlos el resto de la tarde.

Afuera se escuchaba la brisa acariciando los árboles y los sonidos de aves que jamás imaginaron que existían. En cama, con la compañía de su gato y muchos cojines, ellos dos, a quienes la vida juntó en ese paraje impensable, se leían el uno al otro mientras la selva se hacía negra.

Una de las primeras lecturas en voz alta que él le regaló fue por su cumpleaños, un poema de Peter Handke. Apenas estaba empezando la relación, ese momento de descubrimiento mutuo en el que los mínimos detalles como la profundidad de la mirada o el tono de la voz cuentan.

Cuando el niño era niño,
andaba con los brazos colgando,
quería que el arroyo fuera un río,
que el río fuera un torrente,
y este charco el mar.

Cuando el niño era niño,
no sabía que era niño,
para él todo estaba animado,
y todas las almas eran una.

Nunca nadie le había leído para celebrar su vida. Enric lo hizo, con su acento catalán, matizando, enfatizando, enamorándola. Así, en un día cualquiera, en la ciudad más austral de Colombia, su voz se hizo su favorita. Ella se atreve también a leerle, con su acento antioqueño, dulce y pausado, pero prefiere escucharlo y perderse en los mundos infinitos de su lectura.

Los escenarios

Stefan Zweig nació en Viena el 28 de noviembre de 1881. Más de 130 años después una pareja estaría leyendo en voz alta su obra Momentos estelares de la humanidad en una cabaña donde entraba el fresco, en la amazonía colombiana.

Música clásica para ambientar. Enric empezaba y Joana cerraba los ojos. Cada palabra, una imagen en su mente. ¿Parar la lectura? Claro, para mirarse con la boca abierta, sorprendidos de lo que acababan de leer. También para llorar, reír o devolverse algunos párrafos y desentrañar escondrijos que hubiesen pasado por alto. Todo como una obra de teatro, para ellos dos y su gato, a escondidas del mundo entero.

Pichuna, la quebrada a cuarenta minutos de Leticia que tanto les gustaba visitar, también fue su cómplice. Su arrullo hacía la segunda voz para sus lecturas en voz alta o rompía el silencio cuando cada uno leía por su cuenta. Uno junto al otro, guardando en los álbumes de sus cabezas esos momentos que quizá no volverán a suceder.

(Lee en Revista Comfama5 razones para leer libros electrónicos).

La distancia

Ahora ninguno de los tres está en Leticia. Enric en Girona (Cataluña), Joana y Li Po en Medellín, a más de 8.500 kilómetros de distancia. El gato ronronea y se echa de panzas al suelo como lo hacía en su antigua cabaña. Joana prepara el viaje a Europa y Enric, la bienvenida.

Cada audio que él le manda le recuerda que esa es su voz favorita. A lo lejos se escucha la cotidianidad de Girona ciudad que inspiró la obra de Aurora Bertrana. Ella, además de su voz, le deja escuchar los miaus de Li Po y los sonidos de la ciudad que vio nacer los poemas de Carlos Castro Saavedra.

Las lecturas en voz alta continúan. Cada tanto se comparten fragmentos de lo que están leyendo. Un ritual que hace llevadera la distancia y mantiene vivo el encuentro. Son lecturas con amor, sin prisa. Cada pausa es un abrazo, cada énfasis un beso. Leen con fuerza, escuchan con atención.

La lectura en voz alta los unió y los evidenció, descubrió su pensamiento y reveló sus almas, eso que los enamora.

En voz de Enric y en catalán, fragmento de Homenaje a Cataluña de George Orwell.

Recomendados para leer en voz alta

Junto a Enric, Joana descubrió al escritor español Javier Moro. De él recomienda leer en voz alta:

• Senderos de libertad.
• El imperio eres tú.

Ambos puedes encontrarlos en nuestras bibliotecas Comfama. Visita www.comfama.com.

 

Regresa: ¡A leer en voz alta!

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