Los cantos de trabajo que se escuchan en Los Llanos orientales de Colombia y en Venezuela han sido reconocidos como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco. Los ganaderos de estas regiones unen con su música a capela lo que separan las fronteras políticas. El arpa, la bandola llanera y las maracas, entre otros muchos
instrumentos, marcan el ritmo de una tradición sobre la que se ha construido un espacio cultural común.
Y es que la música es el alma de este permanente encuentro de nuestros dos países que, más allá de la evidente vecindad, también han visto como desde hace muchos años tienen en los sonidos y en el baile sus referencias más cercanas.
Como no recordar aquellos temas que nos deleitaron desde los finales de los sesenta hasta mediados de los ochentas, con aquellas orquestas venezolanas que nos enamoraron en su momento, con la que llamábamos música tropical como la Billos Caracas Boys, los Melódicos, los Blanco, Pastor López, Nelson Henríquez, Willy Quintero, el Súper Combo Los Tropicales, Emir Boscan y sus tomasinos; y luego vino la salsa, ese “juégale Nelson” cuando sonaba la orquesta de Nelson y sus Estrellas fue una época maravillosa, de la cual aún recordamos cuando escuchamos los discos de la Dimensión Latina, Oscar De León, Cheché Mendoza y sus Satélites, Nelson y sus Estrellas, entre otros. Nuestras orquestas colombianas también fueron muy reconocidas allá, en especial la salsa de Fruko y sus tesos, del grupo Niche, Joe Arroyo, la orquesta Guayacán, y desde luego aunque el vallenato es originalmente colombiano, traspasó fronteras y es uno de los géneros musicales más escuchados en Venezuela. Para la muestra un botón: “Caracas, Caracas, cómo me gusta esa ciudad”, aquel verso de la canción “Recorriendo Venezuela” de Rafael Orozco, quien en sus giras siempre incluía a Venezuela.
Pero no sólo de la música vive el hombre y tenemos a la arepa como elemento común, y en la cultura popular reinaron mucho tiempo las telenovelas de aquí y de allá, a través de las cuales sabemos los modismos utilizados en el habla popular de aquí y de allá.
Por eso cuando hablamos del “hermano país” entendemos que no es un eufemismo, y en las próximas fiestas decembrinas, cuando escuchemos los “chucuchucos” navideños, pongamos atención por que estaremos bailando porros, cumbias, paseos, merecumbés y merengues de ambos lados con el olor de la nostalgia de los tiempos idos, y los por venir.