A los nueve años, Manuela Arango y su familia percibían su primer sangrado menstrual como una amenaza. Por su corta edad y ante los riesgos que esta representaba, tomaron medidas. Jaime Arango, su padre, desde ese momento y aún hoy, siempre ha estado allí para su hija y la menstruación ha sido un tema de conversación como cualquier otro”.
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