Al mirar la realidad en la que vivimos me pregunto: “¿qué puedo hacer para cambiarla y construir una vida justa para el ser humano?”. Hace algunos años me di cuenta de que la política era el mejor camino para lograrlo.
Tenemos una idea errónea sobre el poder y la política, pues pensamos que están concentrados en los partidos, las elecciones, las sesiones parlamentarias y similares. Contrario a ello, esto consiste en cómo se organiza una sociedad para alcanzar sus propósitos, cómo se distribuye el poder, cómo se toman las decisiones y cómo los asuntos públicos son abordados dentro de una comunidad.
Como jóvenes tenemos toda la facultad para guiar el rumbo de nuestro contexto, somos una fuente de energía incalculable, es por esto que deberíamos reconsiderar las decisiones que tomamos para entender que la construcción de sociedad es mucho más que limitarnos a delegar la responsabilidad en los políticos, pues todos somos partícipes de la composición del Estado, somos agentes de transformación con la capacidad de influir políticamente, no solo en las altas esferas públicas, sino también desde asuntos cotidianos, como la música, el arte, el emprendimiento y el día a día de nuestro hogar.
Los jóvenes siempre hemos tenido un papel activo en movimientos y marchas para exigir a nuestros gobernantes el respeto por los derechos humanos, por políticas públicas más equitativas, por cambios en su administración, pero, paradójicamente, somos la población que menos acude a las urnas.
Antioquia, según datos de la Gobernación, tiene una población total de 6.768.388 habitantes, de ellos, aproximadamente, 1.135.804 somos jóvenes entre los 18 y 28 años habilitados para votar. Solo en Medellín la cifra es de 380.663. Este número de votantes supera por mucho el que se necesita para elegir un alcalde o un gobernador: el actual gobernador de Antioquia, Luis Pérez, llegó a su cargo con un apoyo de 816.337 votos y el alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez, con 246.221.
Si nosotros los jóvenes no nos concientizamos del poder que tenemos, nuestra sociedad jamás logrará un cambio significativo que impacte el entorno en que vivimos. Hay que atreverse a participar en las elecciones para hacer posible el cambio.
Como politóloga, considero que la base de una política moderna es trabajar por el bienestar y ser conscientes de que todos compartimos la responsabilidad de influir en nuestra comunidad, por eso cada decisión que tomamos es importante. Salgamos a votar, conversemos sobre los asuntos con los que no estamos de acuerdo, pensemos cómo los podemos cambiar y hagámoslo.
Una política moderna implica compartir responsabilidades y no delegarlas únicamente a los gobernantes. Las decisiones del día a día también son políticas e inciden en nuestro contexto.
Soy Luisa María Echavarría, politóloga y coeditora de esta edición de la Revista Comfama, tengo 21 años. Mi idea de la felicidad es realizarme como persona a través del aprendizaje del otro, con cada ser que conozco me permito crecer y esto es lo que me define. Mi deseo para la sociedad: que nos escuchemos más.