A José, la insatisfacción le sirve para mantenerse en movimiento, para aprender, tropezarse y emprender. Una historia acerca de la insatisfacción como impulso para emprender.
José Montoya nació en Medellín y estudio en Bélgica. Actualmente, de nuevo en Colombia, vive con su novia y disfruta compartir con sus amigos, tomar cerveza, ver películas y estar cerca de la naturaleza.
A lo largo de su vida se ha dedicado a estudiar y trabajar: se graduó como ingeniero de producción, trabajó en telecomunicaciones y luego hizo una especialización en economía. Sin embargo, no era suficiente para él: quería más.
Viajó a Bélgica a realizar una maestría en administración, al principio consiguió trabajo en telecomunicaciones, pero pronto tuvo la posibilidad de emplearse en Anheuser-Busch InBev, la cervecería más grande del mundo.
En Bélgica vivió doce años, allí se enamoró de la cerveza y su producción. Ese país ya era su zona de confort, tenía un buen salario y un trabajo que le gustaba. Sin embargo, varios pensamientos rondaban su cabeza: ¿era hora de emprender?, ¿era momento de volver y aplicar lo aprendido en Colombia?, ¿ya estaba insatisfecho con la rutina de su vida en Bélgica?, ¿tenía que saltar al vacío e incomodarse para crecer más? Lo meditó con calma y tomó una decisión: regresar a Medellín.
Con 40 años pensaba que tenía que emprender en ese instante o ya no lo haría nunca. Comenzó a trabajar con lo que más conocía: cerveza. Inicialmente montó un negocio para importarla desde Bélgica: no tuvo éxito. Llegaron las dudas, ¿encontraría la manera de tener éxito?, ¿había tomado la decisión equivocada?
En vez de paralizarse y dar vueltas entre pensamientos pesimistas, inició, junto a su novia, la búsqueda de un local que le sirviera para montar un bar y una cervecería. Finalmente halló un lugar, pero por falta de espacio no podía ejecutar ambas ideas, tuvo que elegir: optó por el bar. Lo llamó Metropole en honor a un reconocido hotel de Bélgica, que fue fundado por dos hermanos cerveceros.
Disciplina, pasión y conocimiento hicieron de Metropole un éxito, tanto que, a los nueve meses, José pudo abrir un segundo bar. Pero la llegada de la pandemia los obligó a replegarse para sobrevivir, y el 2020 que parecía un año de crecimiento se convirtió en uno de incertidumbre. Tuvieron que cerrar la sede alterna, volvieron las dudas, el miedo al fracaso y el temor de haberse equivocado al dejar un salario fijo por perseguir un propósito de vida diferente.
Hubo incertidumbre y ansiedad, José decidió utilizarlas como impulso, buscó un nuevo socio y en vez de detenerse, prefirió dar un salto: montar la cervecería. Este 2021 será el año de apertura de Bipolar, el nombre de su nuevo proyecto. Un escalón más en la vida de José, un peldaño construido desde la insatisfacción proactiva con la que tiene la voluntad de generar empleos y mejorar la calidad de vida de quienes le rodean, sabe que la insatisfacción es el combustible de la voluntad.
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En defensa de la insatisfacción proactiva… Porque si el mundo no cambia, yo sí cambio.
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