«El mejor puente entre la desesperación y la esperanza, es una buena noche de sueño», decía el empresario estadounidense, Joseph Cossman. Esta es la historia de Stephanía y su búsqueda de una rutina de sueño saludable.
Coca – Cola, café y cigarrillo, era la fórmula de Stephanía Vergara para no dormir mientras estaba en la universidad. El insomnio se había vuelto su compañero perpetuo desde el colegio, etapa en la que comenzó a desarrollar malos hábitos de sueño. «Estudiaba en un colegio que quedaba fuera de la ciudad», cuenta. «Tenía que salir muy temprano para llegar a tiempo. Aunque mis papás trataban de que me acostara temprano, empecé a trasnochar mucho terminando todos los trabajos».
La rutina de las pocas horas de sueño dejaba un mal humor en Stephanía que duraba todo el día, y la incapacidad de levantarse de la cama cuando sonaba el despertador. ¿Y con eso?, las consecuencias clásicas: no alcanzaba el transporte, siempre iba de afán y hasta la dejaban por fuera de clase por llegar tarde. Una vez, incluso, la institución la suspendió un mes por cuenta de su impuntualidad.
Los fines de semana tampoco eran distintos. Sus papás salían mucho con amigos y, al no permitirle quedarse sola en casa, tenía que quedarse por fuera hasta la madrugada. «Incluso cuando me dejaban quedarme en la casa, me acostaba tardísimo», amplía Stephanía. «Pero fue en la universidad cuando tuve más problemas».
Allí aumentó mucho de peso y con el mismo extremismo lo perdía. Ambas reacciones se debían a su falta de sueño, a su cuerpo sin descanso y estimulado por mucha cafeína y azúcar. Trató de combatirlo comiendo sano: definió unas horas exactas y eliminó dulces. Al hacerlo, fue la primera vez que pudo dormir bien y estabilizar su rutina de sueño.
A pesar de haber logrado una estabilidad, decidió consultar con varios médicos alternativos: «Me mandaban gotas naturales, pero al final del día la dieta era lo más importante, lo que más tenía que cuidar. Me decían que mi cuerpo tenía las hormonas descontroladas por tanta azúcar, y que así era imposible que durmiera».
Con una alimentación sana, Stephanía se sentía más a gusto con su sueño, sin embargo, un tiempo después empezó a experimentar problemas de ansiedad, que hicieron que el insomnio volviera. Esta vez decidió consultar con un psiquiatra que le mandó pastillas para dormir y aunque muy comunes, su cuerpo no las supo tolerar. Le costaba estar de pie, activa, y durante las mañanas se sentía aun tambaleando de sueño. Por esa época se cuidó aún más con su alimentación, tratando de prevenir que las pastillas fueran peor recibidas por su organismo. Pero no fue suficiente, y eventualmente decidió dejar de tomarlas.
Actualmente, Stephanía ha creado una rutina propia para cuidar su sueño, una actividad fundamental para tener calidad de vida y para la recuperación del cuerpo. «Trato de levantarme todos los días a las seis de la mañana, y de no acostarme después de las once», explica. «Me ayuda tener días ocupados, estar activa durante mi jornada y comer muy bien, para en la noche sentirme cansada y poder dormir».
Cuando duerme mal, lo nota. Cuando duerme bien, aun más: está más enfocada, alerta, logra hacer más cosas en su jornada y hasta está de buen humor. Poco a poco ha ido consolidando unos hábitos acordes a su estilo de vida y sus quehaceres, basados en el equilibrio y en el impacto que tienen en su propio bienestar.
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Dice la ciencia
Las rutinas son el ejercicio que fortalece la fuerza de voluntad.
GRACIAS POR ESTE ESPACIO, ME GUSTO MUCHO LEER Y SIEMPRE AGRADEZCO LAS POSIBILIDADE DE ABORDARLA DE FORMA FÁCIL COMO ESTA.