La insatisfacción canalizada de forma positiva puede convertirse en el impulso necesario para cambiar como persona, lograr transformaciones sociales y construir propósitos de vida.
A la insatisfacción se le juzga desde la mirada de la falta de gratitud, pero en realidad se trata de un estado emocional que podemos experimentar todos los seres humanos y que se manifiesta cuando queremos alcanzar algo que perseguimos.
La insatisfacción es una sensación que, en vez de evadir y juzgar, cuando decimos abrazar se convierte en el combustible necesario para mantenernos enrutados hacia nuestros propósitos de vida.
Para aprender más de esa «insatisfacción proactiva» conversamos con Yamile Monsalve, psicóloga de la Red de amor, cuidado y salud mental de Comfama.
¿Es malo sentirse insatisfecho?
Sentir insatisfacción y miedo es un indicador de que estamos sanos, de que estamos «bien». Y lo es porque estamos sintiendo e identificando lo que pasa en nuestro cuerpo y porque, además, logramos clasificarlo como una señal de alerta.
Pueden pasar dos cosas entonces: que esa insatisfacción nos genere miedo, nos inmovilice, frustre o deprima, o que por el contrario, la transformemos en una motivación para ser proactivos y encontrar la manera de suplirla.
¿Qué nos sucede cuando nos sentimos insatisfechos?
Cuando nos sentimos insatisfechos nos damos cuenta de qué estamos hechos. También nos damos cuenta de hasta dónde podemos arriesgarnos o ceder. Siempre será importante hacernos preguntas del tipo ¿cómo me siento?, ¿cómo estoy?, ¿qué puedo lograr? y ¿cómo lo puedo lograr? De esta forma somos conscientes de nuestras emociones y de lo que nos decimos, nosotros mismos, a diario.
Cada vez que suplimos una de nuestras insatisfacciones nos reconocemos como seres capaces de lograr cosas y eso viene acompañado de una sensación de bienestar por habernos hecho responsables de nuestra vida.
¿Depende de nosotros lo que hacemos con la insatisfacción?
Sí. Y la clave para poder elegir nuestra actitud al respecto es el autoconocimiento, la manera de observarnos diariamente, la forma en que hablamos, lo que pensamos, cómo nos movemos y cómo nos reorientamos ante lo que consideramos que es la vida.
Cuando empezamos a ser capaces de autoconocernos surge el autocuidado y justo ahí es cuando comenzamos a establecer hábitos para estar y sentirnos mejor. Llegamos a un punto en el que hacemos una especie de purga y dejamos ir todo eso que nos paraliza y nos impide continuar el avance hacia el propósito de nuestra vida, lo que queremos ser.
Es clave que siempre reflexionemos acerca de dichos populares como «cada día tiene su afán», porque hacen que le confiemos toda la responsabilidad al destino y nos olvidemos de que somos los responsables de definir y ejecutar cada una de las acciones que nos acercan a nuestros propósitos de vida.
¿Cómo lograr equilibrio, no caer en depresión, pero tampoco obsesionarnos con los resultados de algo?
Siempre será clave proyectarse y buscar esas cosas positivas que tenemos en la vida, las que nos motivan; si tenemos una familia agradecer por ella, porque generalmente basados en esas relaciones es que permanentemente resignificamos nuestros proyectos de vida.
Sin embargo, no existe una fórmula mágica para lograr el equilibrio, pero para estar conscientes lo importante es hacerse preguntas que nos mantengan en el presente: ¿dónde estamos?, ¿cómo nos sentimos?, ¿para dónde vamos? y ¿cómo nos reorientamos cuando es necesario?
Siempre hay que ser moderados en la autocrítica y en la autoalabanza. Comprender con humildad que hay cosas para las que no somos buenos y que existen sucesos que son inevitables, como envejecer, o que algunas veces las cosas no salgan como queremos.
Ser compasivos con nosotros mismos es vital para mantenernos en ese punto medio, entre la carencia y el exceso.
***
“En defensa de la insatisfacción proactiva”: Recibí esta revista entrando a una estación del Metro y lo leí por completo. Me gustaron todos los artículos. El diseño. Historias que me inspiran. FELICITACIONES y muchas gracias COMFAMA.
Excelente contenido. De verdad, gracias.