A sus ocho años, Alejandra es gimnasta, y gracias a su talento fue convocada para representar a Antioquia en los Juegos Deportivos Nacionales del 2017. Para Hernán, su padre, la noticia fue motivo de orgullo y felicidad, ya que hacía dos años venía acompañando su proceso. Después de las clases la llevaba a los entrenamientos hasta cinco veces por semana. Era un sueño hecho realidad.
La familia se encontraba muy emocionada, pensaban que para Alejandra iba a ser muy especial este evento, pero contrario a esto, se sorprendieron cuando, después de algunas sesiones de entrenamiento, ella les dijo que no quería participar del evento porque no le gustaba competir con los demás.
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Faltando quince días para la competencia, Hernán se sentó con Alejandra buscando que cambiara de opinión. La escuchó, respetó sus argumentos, y al ver su determinación decidió confiar y apoyarla.
Según Mónica Gómez, profesora en Ciencias Políticas de la Universidad Nacional de Colombia sede Medellín, en la medida en que desde temprano se inculquen valores de tolerancia, de respeto, de escuchar al otro en su diferencia, existe una mayor probabilidad de que estos hagan parte del comportamiento de la persona en su vida adulta.
En la familia hay temas que no se discuten, por ejemplo, la asistencia a clases. Pero siempre se dialoga y se intenta comprender al otro para encontrar en conjunto las soluciones a las situaciones que se presentan. A Alejandra le gusta que la dejen elegir lo que quiere. Por su parte, Hernán se siente feliz de saber que en un futuro su hija tendrá herramientas para tomar decisiones acertadas.