En la mente de un directivo rondan decisiones difíciles e importantes. Aquellas que pueden impactar las vidas de su círculo cercano y las de cientos de familias y sus empleos.
Atender las preocupaciones personales y las que implica ser un líder empresarial es un reto que se agudizó con la COVID-19, pero se puede afrontar si se tiene un objetivo claro. En el caso de Juan David Arango, presidente de Incolmotos Yamaha, se trata del cuidado tanto de los 1 200 empleados de su empresa, como el de las familias que dependen de ellos.
«Una situación como esta, sin precedentes, es algo para lo que nadie estaba preparado. Hemos tenido que aprender cosas nuevas todos los días y adaptarnos rápidamente. Uno de los retos más grandes que nos ha traído la pandemia, es el de encontrar el balance que permita proteger la salud de las personas y garantizar la sostenibilidad de la empresa bajo la nueva realidad»”, dice.
Durante la pandemia, Juan David tuvo que soportar la ausencia de su hijo de 17 años que partió en enero para estudiar en Canadá. La cuarentena lo dejó encerrado en un país a miles de kilómetros de su hogar. Esa sensación lo invitó a ponerse en los zapatos del otro y a dedicar minutos de su tiempo para llamar a distintos empleados en situaciones difíciles, quería saber cómo estaban para poderles aportar un poco de aliento con su voz.
Por la mente de un gerente rondan múltiples preocupaciones: «He estado preocupado por los muertos, por las cifras de contagiados, por tener a mi familia unida, pero no puedo mirar esta situación solo desde un tema personal. Con la empresa, lo que más me aqueja es que podamos seguir ofreciendo empleo a todos los que nos acompañan hoy. Yo no quisiera tener que sentarme, mirar a los ojos a un empleado y decirle: lo lamento mucho, pero ya no puedo seguir contando con sus servicios. Cada empleado es el sustento de una familia, un hijo que le ayuda a sus papás o es alguien que tiene sus propias necesidades», expresa Juan David.
Volcó toda su energía y la de su equipo en idear estrategias para cuidar el activo más valioso de Incolmotos Yamaha: sus empleados. Quieren mantenerse lejos del que, para muchos, es el camino fácil: recortar nómina. Prefieren apuntarle a la austeridad y al sentido de pertenencia, a evitar gastos innecesarios para conservar la salud financiera. Cada empleado tiene hoy más claro que nunca que, si los productos que fabrican se venden, la consecuencia será poder conservar cada empleo. Por eso se concentran en la adaptación rápida y rigurosa de sus canales de servicio, comercialización y postventa, a las exigencias de la «nueva realidad».
Escribió alguna vez el británico Oliver Goldsmith: «el mayor espectáculo es un hombre esforzado luchando contra la adversidad; pero hay otro aún más grande: ver a otro hombre lanzarse en su ayuda».
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Trabajar… para cuidar el empleo de los otros
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