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Construir confianza antes de hablar verdades
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Construir confianza antes de hablar verdades

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La historia que leerás a continuación la contó John PaulLederach, experto en mediación de conflictos y construcción de paz, durante una conferencia en 2019 llamada Las Verdades que Conviven, como parte del ciclo Hablemos de Verdad, realizado por la Red cultural del Banco de la República de Colombia, en alianza con la Comisión de la Verdad.

Un día, al profesor Abdul lo citó el presidente de Tayikistán para decirle: «Abdul, tenemos un problema, montamos una mesa de negociaciones que incluye a todos los grupos armados implicados en el conflicto, menos a uno. Hay un comandante religioso musulmán que no quiso entrar en el proceso».

El presidente prosiguió: «Abdul, si no los tenemos a todos no va a funcionar y resulta que nosotros sabemos que su familia tiene conexión con ese comandante…».

El profesor escuchó con atención, lo que le decían era cierto, pero había algo que el presidente no sabía y que Abdul no quiso contarle: el comandante del que hablaba había asesinado a su mejor amigo, por eso Abdul estaba inseguro de si era o no capaz de confrontarlo.

Abdul lo pensó varios días, decidió intentarlo. Avisó al presidente y a la mañana siguiente, un carro militar llegó a la casa de Abdul y lo llevó por la carretera hacia lo alto de las montañas.

Luego de pasar el último punto de control del ejército, Abdul bajó del vehículo y empezó a caminar, sabía que en cualquier momento sería capturado por los insurgentes. Esa era la única forma de llegar directamente
hasta donde el comandante.

Efectivamente lo capturaron y llevaron al campamento. Eran aproximadamente las cinco de la tarde, y al llegar; lo recibió el comandante, él miró a Abdul a los ojos y le dijo «es hora de rezar». Ambos lo hicieron.

Al terminar, el comandante le pregunta a Abdul:
– ¿Usted por qué reza?, usted es un comunista y los comunistas no rezan.
– No soy comunista, mi padre sí, pero yo no, respondió Abdul.
– ¿Quién es usted?, dice el comandante.
– Yo soy profesor, profesor de literatura con especialidad en la poesía sufí, añade Abdul.

El comandante sorprendido empieza a recitar algunos poemas.

A partir de ese momento pasaron la cena, la noche y el día siguiente juntos, mientras hablaban
únicamente de poesía.

Tres veces fue Abdul al campamento, cada vez pasaba lo mismo, él y el comandante pasaban días completos conversando de literatura.

Un día, el comandante le dice a Abdul: «¿por qué estás aquí?, yo sé que no vienes para citarme poemas».

Abdul sintió que había llegado el momento. Pensó que el comandante y él ya tenían la suficiente confianza como para hablar verdades.
– Comandante, usted sabe por qué estoy aquí. Estoy aquí porque quiero que baje esta montaña y entre en las negociaciones. Estoy aquí para que juntos terminemos con esta década de guerra, dijo.
– Si yo bajo esta montaña, ¿usted puede garantizarme la vida?, preguntó el comandante mientras miraba fijamente a Abdul.
El silencio se prolongó. En la mente de Abdul los recuerdos de la muerte de su mejor amigo revivían, estaba frente a un dilema: realmente no tenía ninguna posibilidad de garantizarle la vida al comandante. Tenía que decir la verdad.
– Comandante, no puedo garantizarle la vida, pero sí puedo decirle que yo bajaré con usted. Bajaremos esta montaña juntos, agarrados del brazo, y si lo matan a usted, me matarán a mí.

Pasaron dos semanas hasta que juntos, agarrados del brazo, descendieron de la montaña. El comandante fue el último en entrar en las negociaciones. Cuando llegó a la mesa, en su primer discurso, delante de todos, dijo: «Yo no confío en ninguno de ustedes, estoy aquí por el respeto, la confianza y el honor que le tengo al profesor Abdul».

Después de un complejo proceso de negociación, la guerra en Tayikistán terminó.

 

***

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