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0 “Tengo semanas sin dormir, días sin comer, pero no le puedo decir a mi mamá porque ella cree que tiene un hijo que está triunfando en el exterior y lo que quiero, o quería, era ser su orgullo”. Estas palabras hacen parte de la historia de Amado Cegarra, un ingeniero venezolano que llegó a Medellín para sobrevivir del rebusque.
El relato de Amado, al igual que el de muchos otros venezolanos, conforman Chamos en Medallo, un proyecto audiovisual realizado por un grupo de tres amigos antioqueños para responder a la creciente migración de venezolanos hacia Medellín, una situación extraña para los colombianos y que, según Santiago Duque, médico siquiatra, puede conllevar un cuadro de ansiedad anticipatoria que hace que las personas desgasten su ánimo con supuestos que los desbordan y producen temor.
No obstante, el siquiatra, añade que ese temor bien capitalizado puede convertirse en una oportunidad para ampliar el panorama, sumergirse en una cultura distinta y conocer a personas con habilidades, tradiciones y saberes valiosos. Concluye que la familiaridad y el conocimiento del otro poco a poco reducen la incertidumbre.
Muestra de ello son las redes sociales de Chamos en Medallo, un canal para disminuir la xenofobia entre colombianos y venezolanos, al igual que una herramienta eficaz para erradicar el miedo al otro solo por ser diferente.
Juan David, uno de los fundadores del proyecto, argumenta que tal vez la mayor ganancia hasta el momento ha sido la cantidad de amigos venezolanos que ahora tiene, esos mismos que con gratitud ahora lo consideran a él un hermano.
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Chamos en Medallo y sus más de 20 mil seguidores, demuestran que los prejuicios pueden convertirse en historias de reconciliación y que más allá de la nacionalidad, todos somos humanos.
El paradero de Amado no se conoce, pero su voz, que fue compartida por más de 38 mil personas en internet, sigue viva.
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