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Carta a quienes le temen a la soledad
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Carta a quienes le temen a la soledad

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Carolina Londoño tiene 25 años de edad, para ella, enfrentarse de cara a la soledad es la posibilidad de conocer sus miedos, también sus sueños. Desde su experiencia escribe una carta a aquellos que se sienten solos.

 

Esta carta es para ti que recién experimentas lo que es estar solo. Una bienvenida a una montaña rusa de sentimientos y emociones. Habrá días buenos, en los que sentirás la independencia y la tranquilidad de ser tu prioridad, pero también, muchos otros en los que lamentarás la angustia de, efectivamente, sentirte solo.

Te digo que será una experiencia para cultivarte, un encuentro con tu ser, en el que aprenderás a conocerte. Solo cuando te enfrentas de cara a la soledad, reconoces tus miedos, también tus sueños.

Quiero que sepas que nadie más podrá sortear los momentos difíciles por ti. Y nadie más que tú disfrutará tanto de los buenos. Estarás solo, en mi caso, en una ciudad ajena, y aun así tendrás lo más valioso, que es tu propio poder.

Hace cuatro años tomé la decisión de venirme a vivir a Bogotá. No fue fácil: sentí miedo a perderlo todo: amigos, familia, seguridad. Y si bien lloré el primer mes completo, ahora cuando regreso a mi Medellín, me siento extranjera.

Todas las personas cambiaron y yo cambié. Claro, al regresar a casa sigue estando el miedo de si este tiempo valió la pena; llega la nostalgia por la comodidad de estar con la familia y otras emociones más que, cuando vuelvo de nuevo al frío, a la normalidad de la vida que escogí, siento la presencia del fantasma que aún me persigue, la soledad.

Cuando miro de frente aquel fantasma disfrazado de miedo, desaparece, y pronto se transforma en sueños cumplidos: una carrera laboral en lo que me apasiona, el lugar donde vivo que se convirtió en mi refugio, nuevos amigos y una familia que, a la distancia, me abraza.

Ahora que vivimos tiempos convulsos, estar solos se nos presenta como una posibilidad de autoconocimiento. No hay que sentirse mal por compartir una cena contigo mismo, o por no tener alguien de manera física con quien conversar, por el contrario, es un momento de agradecimiento. Aprende a reír o a llorar con tus propios pensamientos, a gozar incluso con el silencio que con fuerza grita; es en ese momento donde suceden cosas maravillosas.

***

En soledad… aprendes a reír o a llorar con tus propios pensamientos, a gozar incluso con el silencio que con fuerza grita.

 ***

¿Cómo aprendes a disfrutar tu soledad, a disfrutarla, a vivir con ella?

***

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