Loading . . .

A viva voz

“Poco después entró el hombrecito y dijo:
—Y bien, señora reina, ¿cómo me llamo yo?
¿Te llamarás Conrado? —empezó ella—.
—¡No! Así no me llamo yo.
—¿Y Enrique?
—¡No! ¡Así no me llamo yo! —replicó el hombrecito con expresión triunfante—”.

¡Ay, Jericó!

Un pueblito colorido entre las nubes, a 2.000 metros del cielo. Sus calles, sus rincones, sus montañas evocan un poema, los escritos por Dolly Mejía o los que se desprenden de los olores de sus amaneceres y de esa luz anaranjada que cobija cuando cae la tarde.