Sentirse libre, ser y no justificarse, hacen que Francia ame su soledad
Francia Pineda es médica de profesión. Durante años trabajó atendiendo madres en periodo de gestación. Salía de su casa a las cuatro de la mañana y regresaba, doce horas después, a las cuatro de la tarde.
Vivía sola y un día empezó a notar que le era imposible desconectarse de sus pensamientos laborales, aunque su turno hubiese terminado. Intentaba leer, dormir y ver televisión, no lograba hacer que su mente se detuviera.
Un día decidió ponerse unos audífonos mientras organizaba su apartamento. La música empezó a robarle espacio a su mente, también a su cuerpo. Sin darse cuenta empezó a bailar, a su manera, se entregó al ritmo.
Estar en soledad fue clave para que esto pasara. Ella dice que nunca lo haría con alguien a su alrededor, se sentiría juzgada, también le daría vergüenza. Sentirse libre, ser y no justificarse, hacen que ame su soledad.
Frecuentemente baila, empezó con música romántica, y ya escucha géneros más «movidos». A veces analiza las letras de las canciones, se ríe de ellas y hasta las critica. Durante treinta o cuarenta minutos se olvida de todo, detiene sus pensamientos y vive el presente que le dicta su cuerpo. Suda, se mantiene en forma, mejora su elasticidad, se tranquiliza y termina cada sesión llena de energía, la necesaria para afrontar los días de la vida. Comprende que estar sola es estar acompañada de sí misma, poder respirar y mirar al infinito, sentir cómo los pensamientos llegan y se van, oírse y encontrar mensajes que el ajetreo de la vida hace que pase por alto.
Ya son años de bailar al ritmo de la soledad, de dejar que su cuerpo hable sin ser juzgado.
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En soledad… podemos ser nosotros mismos por completo. Estar solos es como ser libres.
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¿Cuándo fue la última vez que utilizaste la soledad para ser libre?
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Revisado por Ojo de lupa editores.