Desde niños nos enseñan a dar las gracias, «¿cómo se dice?», preguntan nuestros padres cuando debemos tener un gesto de cortesía con alguien. Christian cuida y vela por la vida y la salud de José Miguel, el hijo de Jaime. Una historia de solidaridad y agradecimiento en medio del dolor.
Cuidarte, como casi todo lo que termina en esas cuatro letras es, literalmente, un arte. Con entrega y profesionalismo, describe Jaime Franco la labor que realizaron por más de 6 años enfermeras y enfermeros, y en los últimos ocho meses, Christian Rúa con su hijo José Miguel. Él, desde el 2014, a la edad de 18 años, fue diagnosticado con la enfermedad de Wilson, una enfermedad huérfana que provoca la acumulación excesiva de cobre en los órganos. Las consecuencias: falla en el hígado, problemas neuronales y afectaciones físicas que, en semanas, desencadenaron pérdida de peso, del habla y finalmente del movimiento, una transformación física inevitable.
Después de cerca de un año de cuidado en el hogar por parte de su mamá y por sugerencia del mismo programa de Hospital en casa, llegó el momento de trasladarlo a Christus Sinergia, un hogar de paso donde el propósito era que José se sintiera más independiente, tuviera su propia habitación y objetos personales. También tendría la oportunidad de convivir con «ángeles», así llama su papá a esas personas especiales que, por vocación, se dedican a cuidar.
Christian es uno de esos «ángeles», un enfermero cuidador que inmediatamente desarrolló una relación de empatía con José. Cómplices en labores necesarias como tomar las medicinas, bañarse, motilarse y afeitarse. Con el paso de los días, el cuidado mutó en amistad, Christian empezó además a motivar a José, a alegrarlo y hasta jugar con él Play Station, una de sus actividades favoritas.
José perdió la motricidad y el habla, por eso idearon con su mamá un tablero con las letras del abecedario para que pudiera comunicarse, aunque también lo hacía a través de sus ojos. José, un día, quiso tener el mismo corte de su avatar favorito y, para ello, Christian se convirtió en un barbero improvisado, un acto sencillo que hoy los padres de José recuerdan con absoluta gratitud. Esa gratitud que se experimenta luego de encontrar una persona que, con amor, pone todo de su parte para que un hijo viva momentos entrañables.
José falleció el 19 de octubre de 2020, un día antes de su cumpleaños número 25. Su padre dice que José pasó de ser cuidado a cuidador, porque todos los días y en cada momento sienten, como familia, que los protege y acompaña.
El tránsito de José por esta tierra finalizó, pero no la relación entre padre y cuidador. Ahora Christian es un miembro más de su familia, conversan, se preocupan el uno por el otro y como dice Jaime, ambos estarán por siempre en su corazón, porque el agradecimiento sobrevive a la muerte de quien los unió.
Los cuidadores no son solo aquellas personas que suministran medicamentos, son esos seres que se involucran con paciencia y dedicación en el acompañamiento de nuestros seres queridos. Personas con una misión en el mundo más allá de un título o una remuneración.
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Agradecer… A los profesionales de la salud y del cuidado.
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Felicito al personal de la salud por su entrega y sacrificio con las personas más necesitadas, especialmente a Cristian que de una manera total se entrega al cuidado de sus pacientes y felicito a esta entidad que es puente entre profesionales tan entregados a su labor y de manera tan integral, felicitaciones nuevamente y ojalá en este país algún día se valore realmente estos profesionales de la salud
Agradecimientos sinceros de un padre adolorido por la pérdida de su hijo a un profesional como Cristián a quien conozco personalmente porque también me ha prestado el servicio con mi hijo Jhoan. Dios le de mucha fortalece a Jaime y su esposa y muchas bendiciones