María Paula Bautista dejó de ignorar su menstruación, por años fue una presencia fantasmal que llegaba cada mes. Hoy la siente, la aplaude y se programa con su ciclo como parte esencial de su naturaleza. Fluye con ella y sus estaciones.
“Que la llegada no te dañe la salida”, esa frase en un comercial me marcó y la recuerdo como fruto de la ignorancia que tenemos de nuestro propio cuerpo. Desde hace varios años, por lo menos ocho o diez, comprendo que la llegada de nuestra sangre no es nada malo ni que nos daña salida alguna, si nos conociéramos profundamente, sabríamos que es tiempo para el reposo y la introspección, tiempo para la pausa voluntaria, sin frustraciones.
Antes de mis 30 años, la menstruación no significaba nada para mí. Llegaba, me ponía un tampón y seguía mi vida en medio de una auto exigencia que no me permitía detenerme en ningún momento. No la reconocía como algo especial ni le daba el valor que tiene. Negaba rotundamente mi ciclicidad femenina y vivía de forma lineal, muy en mi lado masculino.
Cuando empecé a recibir nueva información y al reconocerme cíclica comprendí que estaba relacionada con la luna y que cada momento afectaba directamente mis emociones.
Menstruación: Invierno
Cuando llega mi sangre, ha llegado mi invierno interior. Así lo siento. Necesito calentarme, quedarme en la ‘cueva’ porque a nivel físico me siento densa e hinchada, a veces me da dolor de cabeza o malestar. A nivel emocional estoy un poco introspectiva y no tengo deseo de compartir. Aunque amo el yoga, en mis días de menstruación no hago nada de ejercicio porque siento que es un momento de muerte, estoy depurando mi cuerpo y es momento para la reflexión.
Preovulación: Primavera
En este momento empiezo a sentirme más activa, retomo el ejercicio y es el tiempo perfecto para programar mi mes. Renazco. Mi energía me permite compartir alegremente y estar “hacia afuera”. Me gusta consumir bebidas como la infusión de ortiga para recuperar los minerales que perdí con el sangrado.
Ovulación: Verano
Esta es la fase más expresiva de mi ciclo, soy más empática y amorosa. Es el momento de nuestra máxima fertilidad. Si tengo talleres o reuniones familiares, procuro programarlos para este momento porque estoy completamente abierta a compartir y tengo la energía en
el punto más alto.
Pre menstruación: Otoño
Esta fase es mi montaña rusa. Soy más creativa, no tanto para hacer, sino para conceptualizar. Tengo fogonazos de energía y es el momento más intuitivo para conectarme conmigo y con la naturaleza, es mi momento de reconocimiento más complejo.
Aunque se repiten una y otra vez, a lo largo de cada mes y de nuestra vida, estas estaciones no son una fórmula. Cada una de las personas menstruantes debería hacer la tarea personal de registrar sus momentos, sus cambios y particularidades. El verdadero amor propio es la autoobservación y el registro cuidadoso de nuestro ciclo en un diario personal nos permite ir más allá de lo evidente.
Leernos y reconocer nuestros patrones, altibajos de energía y necesidades permitirá acompañar nuestro renacer mensual forma reflexiva y sin sufrimiento. Ningún árbol llora cuando sus hojas mueren porque sabe que nuevamente las tendrá.
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Ante los ojos del Otro
Para relacionarnos en armonía es importante saber cómo es el Otro. Las personas menstruantes podemos promover la capacidad de comprensión de cada una de nuestras etapas en ese Otro que no menstrua. Frases como “esta mujer está regluda” o “está en sus días”, son comunes a pesar de la ignorancia que las genera. Sin embargo, ¡Siempre estamos en nuestros días!, nuestro ciclo es permanente; solo que se expresa de múltiples formas. Algunas apenas despertamos nuestra conciencia menstrual, mientras que muchos de ellos no tienen cómo hacerse las preguntas en las que ya hemos avanzado, podemos acompañar amorosamente este nuevo conocimiento, así como la vida ha permitido que otras nos acompañen en semejante despertar.