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Usar la insatisfacción para promover una causa
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Usar la insatisfacción para promover una causa

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La insatisfacción conlleva cambios personales, pero en algunos casos, esos cambios son tan profundos que echan raíces capaces de llegar hasta otras personas. Una historia de insatisfacción, colectividad y cuidado del planeta.

 

Hacerse preguntas y tratar de responderlas es una cualidad humana. Sin embargo, hay quienes dan pasos acelerados y además de las preguntas fundamentales, se cuestionan acerca de la inequidad y las injusticias.

Desde niño, por la cabeza de Alejandro Álvarez rondaban inquietudes: ¿por qué no todos tenemos acceso a paisajes naturales de la más pura exuberancia como los que disfrutó él en su infancia en la finca de su familia materna en San Luis?, ¿por qué las personas deterioran el entorno natural?, ¿por qué los árboles desaparecían de un momento a otro?

En su infancia, Alejandro unió sus raíces emocionales con las raíces de los árboles y por eso podía reconocer que estos sufrían. Ya adulto, ese dolor lo llevó también a la indignación y por eso decidió contribuir a cuidarlos y a intentar evitar que sean talados innecesariamente. En su carácter reconoce algo que aprendió de la ecologista Mariana Matija: «cuando se unen la rabia y el amor, surge el activismo».

Después de estudiar Ingeniería de Procesos en la Universidad EAFIT, su deseo de proteger la naturaleza lo inspiró a hacer una maestría en Ciencias de la Sostenibilidad en la Universidad Leuphana de Luneburgo y hoy realiza un doctorado relacionado con la Educación para el Desarrollo Sostenible en la Universidad de Maastricht, mientras es profesor del pregrado en Diseño Urbano y Gestión del Hábitat y del área de Cultura Ambiental en la Universidad EAFIT.

«Aunque no haya un juicio moral que diga que es mi obligación desgastarme defendiendo árboles, yo lo hago porque siento que esa acción es una forma de solidaridad», dice Alejandro.

En el 2013, cuando estudiaba en Alemania, tuvo una de sus primeras acciones como activista en medio del Paro Nacional Agrario en Colombia, esa experiencia le sirvió para confirmar que defender la justicia ambiental y social debía ser su propósito de vida.

Esa perspectiva le dio un impulso más fuerte para tejer una red, estando lejos conectó con personas en Medellín que tenían cruzadas similares a la suya. «Los burros se buscan para rascarse», dice jocosamente, para reafirmar la fuerza y el impulso del trabajo colaborativo de un grupo de «inconformes que actúan y proponen». Así, en 2014 empezó a hacer parte de La Ciudad Verde y en 2015 de Low Carbon City, ambas iniciativas en favor del medio ambiente.

Ese fue el punto de partida que lo involucró en causas como la lucha por mejorar la calidad del aire en Medellín, atreverse a poner sobre la mesa iniciativas de educación para la sostenibilidad con sus estudiantes en la Universidad y empeñarse con ímpetu en defender el arbolado urbano.

Pero, a pesar de la voluntad, ha perdido varias batallas, una de ellas en enero de 2020, cuando talaron los árboles del Túnel Verde de Envigado. Impulsado por su insatisfacción por la pérdida del entorno natural, decidió protestar acompañado por toda la red que se ha construido en torno a la protección del ambiente, hizo sonar cacerolas y se pronunció ante lo que consideraba una injusticia. No fue suficiente.

Pero cada victoria y cada derrota para Alejandro han alimentado su decisión de vivir bajo un modelo de desobediencia constructiva, que implica buscar la coherencia e intentar hacerse responsable de cada una de sus acciones y, además, tomar la insatisfacción y catalizarla en proactividad.

Dice que, como en la ingeniería, las diferencias generan movimiento, en su caso son las que lo empujan a pasar del cuestionamiento a la acción, a seguir la ruta de una construcción personal en busca de la coherencia entre lo que se piensa y lo que se hace. A movilizarse, a pronunciarse y a contagiar a otros de esa necesidad de creer en que una ciudad sostenible y holística es posible si sus habitantes se involucran en su evolución.

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En defensa de la insatisfacción proactiva… Porque en la insatisfacción reside la esperanza.

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¿Cuáles de tus insatisfacciones con el entorno podrían cambiarse si se trabajan junto a personas que comparten un mismo propósito?

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