Isabel Sepúlveda es lideresa social en Antioquia, trabaja para el fortalecimiento del tejido social, la promoción, la garantía de los derechos y la construcción de una sociedad más justa y democrática para todas y todos. Una historia de persistencia en la creación de oportunidades.
Las realidades sociales vividas en su natal Necoclí llevaron a Isabel al municipio de Bello, en el norte del Valle de Aburrá, donde construyó la segunda parte de su vida. Gracias a su vocación como maestra inició una travesía que la llevaría a convertirse en una lideresa social. Se trata de una labor difícil, trabajar por las comunidades exige mantener viva la esperanza, aun en días en los que parece perdida.
Su primer referente de liderazgo es doña Graciela, su mamá, una mujer fuerte y valiente que transformó la vida de varias generaciones en Necoclí y por la cual comprendió que el trabajo social que desarrollan las mujeres es fundamental para el desarrollo de las comunidades y los territorios. Por esto, cuando en 1993 se realizó una convocatoria en la parroquia Nuestra Señora del Carmen, en Bello, para crear un grupo juvenil, no dudó en participar. Cerca de 40 jóvenes conformaron en aquella época Juventud JECANO, un grupo con el cual «le hicieron el quite» a la violencia que azotaba al municipio. Allí empezó su proceso como líder social.
Hoy Isabel es la directora de la Corporación Región y cuenta con el apoyo de un equipo que diariamente pone todo su esfuerzo para construir una mejor sociedad. Ella sabe que, en este camino, a veces, se dan dos pasos y se retroceden cinco. Sin embargo, se mantiene firme y a la hora de seguir o rendirse, opta por resistir. Son ya 15 años en la Corporación, en los cuales han podido acompañar muchas comunidades que, en medio de fuertes contrastes, le han enseñado que los procesos de cambio requieren que se trabaje paralelamente en las dificultades y en las oportunidades. «Mientras se denuncia, se exige y se reivindican una cantidad de violencias y vulneraciones, hay que fortalecer capacidades, potenciar talentos y posibilitar nuevos aprendizajes», expresa Isabel.
Le enorgullece hacer parte de Región, allí tiene la posibilidad de compartir su vida laboral con hombres y mujeres que aportan enormemente a la transformación de la ciudad y del departamento. «Región ha sido mi casa y mi escuela, el lugar en el que he aprendido las lecciones más significativas de mi vida», dice.
Isabel todos los días trabaja con el propósito de que el liderazgo femenino deje de ser un privilegio de pocas y se convierta en una posibilidad para todas. Reconoce que cada vez hay más mujeres «rompiendo techos de cristal» en todos los sectores, pero los costos aún son muy altos y las brechas muy significativas, sobre todo cuando se trata de la posiciones directivas y de mayor responsabilidad, donde se toman las decisiones importantes de las organizaciones, las empresas y los países. La participación de las mujeres en cargos de dirección y de gerencia, en juntas directivas, en la ciencia, en la economía, en la academia, en la política, aún es muy baja. Por eso, es necesario insistir en la responsabilidad que tiene la sociedad en generar condiciones apropiadas para que las mujeres puedan desarrollar todo su potencial.
Sabe que es importante hacer un llamado a los hombres, a aquellos con los que las mujeres comparten lugares de liderazgo, por eso
siempre afirma que: «Necesitamos que los hombres sean nuestros aliados, ¿cómo?, de muchas maneras, respetando nuestro lugar, nuestra palabra y nuestros cuerpos, rechazando y evitando actos y comentarios machistas, apoyando las acciones afirmativas que nos posibilitan avanzar, dejando de cuestionar el lenguaje inclusivo, dándonos los créditos cuando las buenas ideas son nuestras, facilitando que armonicemos la vida laboral con la vida familiar, entre muchas con la vida familiar, entre muchas otras cosas”.