Dicen que si uno encuentra empleo en lo que le gusta, no tendrá que trabajar ni un día de la vida. Pero… ¿qué se hace cuando es la misma vida la que parece interponerse para que eso pase? Cristian nada contra la corriente, sabe qué es lo que ama, pero también entiende que, ante lo inesperado, es valioso hacerse una difícil pregunta ¿tengo claro para dónde voy?
Imagina un pequeño niño que espera sagradamente la hora del noticiero, que en lugar de ver caricaturas o películas, disfruta estar informado de temas de actualidad y que en vez de cómics prefiere leer un periódico. Ese era Cristian Álvarez, un apasionado por el periodismo que descubrió a qué le quería dedicar su vida desde que tiene uso de razón.
En su vida escolar, cuando estudiaba en el INEM, participó activamente del periódico El Humanista. Él, aunque quería continuar por ese camino no pudo hacerlo. Su situación económica le impidió ingresar a estudiar periodismo en una universidad privada. Se presentó a la Universidad de Antioquia, la única en Medellín que ofrece un programa 100% enfocado en periodismo, también una de las más económicas por ser pública.
Una cosa es presentarse, otra muy distinta aprobar el examen de admisión y ser elegido. Fueron tres años de intentos, seis veces le dijeron que no. Hubo tiempo para desanimarse, Cristian reconoce que: «no sabes cómo es la desazón de no pasar después de tantos intentos, uno se pregunta ¿será que esto sí es lo mío? Pero algo me decía que debía insistir».
A pesar de las negativas, continuó preparándose para presentar el examen de nuevo, mientras «rodaba» de trabajo en trabajo. Hizo parte de un call center, trabajó en una bodega, fue repartidor tienda a tienda. Así se mantuvo hasta que, la séptima fue la vencida, consiguió finalmente un cupo en la universidad. Se convirtió en el primer integrante de su familia paterna en cursar una carrera profesional.
Para 2019, Cristian se graduó y emprendió la búsqueda de su primer empleo. Lo que encontró fue incertidumbre, poca oferta laboral, exceso de periodistas profesionales, sueldos bajos, desconocimiento de perfiles a la hora de contratar y la percepción de que el periodismo es un oficio que puede desempeñar cualquiera y no una profesión.
Se desanimó, también se preguntó por qué todo para él era tan difícil. Aún así decidió seguir persiguiendo eso que ama. Para él, más que un trabajo, el periodismo es una pasión.
Envió hojas de vida durante siete meses. Hoy es colaborador en La Oreja Roja, un medio digital de opinión e información. Ya arrancó y aunque admite que «está quedado» en cuanto a experiencia profesional, elige gozar al máximo de cada línea y cada artículo que escribe.
Cristian afirma que si el periodismo, por razones de la vida, no funciona para él, está abierto al cambio.Sabe que no es un delito cambiar de opinión y hasta de anhelos. Por ahora se prepara y aprende con un objetivo: trabajar y ejercer. Tiene claro para dónde va.
La vida se trata de retos y situaciones cambiantes, Hay que perseguir nuestros sueños y metas.Seguir hacia adelante e intentar hasta conseguir nuestros objetivos y si no funciona tendremos la satisfaccion de que lo intentamos hasta el final.