«En los momentos de crisis, solo la imaginación es más importante que el conocimiento», Albert Einstein.
De repente llegó la quietud. Nuestros días se volvieron más largos, aunque tuvieran las mismas horas. La vida, como la conocíamos, modificó su rutina. Las calles de la ciudad, del país y del mundo se fueron quedando en silencio, solas.
Nuestros recorridos se volvieron cortos porque ya no había que salir con antelación para llegar hasta otro punto de la ciudad. Solo bastaba dar un par de pasos para estar en ese sitio que elegimos para conectarnos y trabajar.
Faltan los compañeros del día a día. Algunos están al lado de sus seres queridos y con sus mascotas, hay quienes tienen a la música como compañía, y hay otros cuantos que se reconfortan con sus propios pensamientos.
Eso por lo que antes sufríamos, desapareció y en cambio, aparecieron otros miedos. El mundo quedó en pausa; pero la vida es más vívida que nunca. Tenemos la posibilidad única de reinventar el futuro, uno en el que tal vez:
Nos reinventemos socialmente
Las situaciones extremas plantean una reinvención en cuestiones relevantes como nuestra forma de construir sociedad, nuestra relación con la naturaleza y con nosotros mismos. Esta puede ser una oportunidad para crear mejores reglas, hábitos, instituciones y normas sociales para todos. ¿Y si nos articulamos mejor como sociedad y pensamos primero en el bien común por encima del bien particular?
¿Cuál es el papel de Estado para cuidarnos a todos?, ¿cómo debe funcionar la democracia para garantizar la libertad en momentos de crisis? ¿Cómo debemos diseñar nuestras instituciones para que jamás abandonen a los más frágiles, las personas y familias de menos ingresos, las microempresas, por ejemplo?
Mejoremos nuestra capacidad de cuidado
El ordenamiento de la salud está frente a un gran reto. Epidemias y pandemias podrán ocurrir de nuevo. ¿Cómo prepararnos?, ¿cómo mejorar nuestro sistema de salud?, ¿cuál debe ser nuestra valoración de las instituciones y trabajadores de la salud? Hoy vemos qué tan esenciales son para nosotros.
Disfrutemos los instantes cotidianos
«Las diminutas dichas que se aferran con sus mínimas garras a la vida, ¿serán el porqué sí de todo?», lo dijo en uno de sus poemas, el cubano Eliseo Diego. Esta es una buena invitación para dejarse sorprender por la belleza de las simples cosas, para disfrutar el silencio y gozarse los días con sus horas lentas.
Repensemos nuestra relación con la naturaleza
Muchas imágenes de todas partes del mundo nos han mostrado cómo las diferentes especies recorren hábitats que ya eran ocupados solo por los humanos. También, la Tierra ha podido respirar porque se han reducido las emisiones de CO2 y el consumo de energía.
¿Modificaremos nuestros hábitos de consumo de los recursos naturales para vivir de acuerdo con una ética planetaria donde la vida es el centro?
¿Cómo debe ser nuestro sistema agroalimentario? ¿Qué papel tendrán en el futuro la agricultura sostenible, la protección del agua y el suelo, y el consumo local?
Estimulemos otras formas de trabajo
Un tercio de la humanidad ha estado resguardada en sus casas para evitar la proliferación del virus. Por eso, el teletrabajo adquiere hoy más sentido que nunca y es una de las grandes lecciones que nos deja esta coyuntura mundial.
¿Seguiremos siendo productivos sin necesidad de estar en un mismo espacio físico?
Cuidemos a nuestro círculo cercano
Seamos conscientes del poder que tienen nuestra decisiones y de que muchas de ellas desatan repercusiones en cadena. ¿Qué sucede si despido a ese empleado?, ¿cómo cambia la vida de quienes dependen de él? Cuidar del otro es cuidarme. Todos estamos conectados.
Seamos compasivos
La compasión es la capacidad de sentir la pena y el dolor del otro y actuar en consecuencia. Es sentirnos parte de todo y expandir nuestro afecto, más allá de los que están cerca. ¿Seremos capaces de tener una escucha profunda y empática?, ¿podremos comprender a los diferentes, solidarizarnos con los más frágiles y actuar en consecuencia?
Tengamos una brújula moral
Durante la crisis todos descubrimos lo que hay en nuestros corazones y cuál es la escala de valores que nos rige. En su obra Los Miserables, Víctor Hugo escribió: «Todas las situaciones críticas tienen un relámpago que nos ciega o nos ilumina».
Tomar decisiones que pongan la vida en el centro, el cuidado de los más vulnerables y proteger a nuestros empleados en momentos de crisis económica puede expresar, socialmente, esa luz que todos llevamos dentro.
Construyamos desde el miedo
Cuando el miedo y el temor se transmutan en emociones positivas se convierten en protección y cuidado. Durante la crisis, en vez de parálisis, vimos muchas manifestaciones de solidaridad, nuestro ángel interior salió a la luz.
Que nos encontremos más
Aprendimos que podemos estar separados físicamente. pero no solos emocional ni espiritualmente. Muchos retomamos el contacto con personas que antes eran distantes a nosotros. ¿Seguiremos valorando esos vínculos?, ¿nos encontraremos más? La cercanía más importante es la humana, no la física.
Escuchemos nuestra voz interior
Sin tanto ruido, sin tantas distracciones, sin la posibilidad de escapar, nos vimos obligados a escucharnos a nosotros mismos, a conocernos y a refugiarnos. ¿Seguiremos en contacto con el silencio y con esas sensaciones propias que descubrimos o reencontramos?
Valoremos lo ordinario como algo extraordinario
La comida, la educación, la compañía y el cuidado, elementos y situaciones que dábamos por seguros en nuestras vidas, escasearon. Lo que antes era ordinario y común se volvió indispensable, extraordinario. ¿Seguiremos siendo conscientes de que todo es finito?, ¿seguiremos identificando cuánto es justo y suficiente?, ¿cambiaremos el progreso y la riqueza por sostenibilidad y consciencia?
Veamos las posibilidades en medio de los problemas
No todo depende de nosotros ni podemos controlarlo, pero tampoco todo está fuera de nuestro alcance. Siempre existen posibilidades, desde aprovechar mejor el espacio en el que habitamos o cuidar del otro, hasta encontrar la cura a la COVID-19. ¿Seguiremos creyendo en que todo es posible?, ¿al menos comprenderemos que nuestras acciones (de higiene, consumo, movilidad, etcétera) afectan a la sociedad entera, para bien o para mal?
Reconozcamos a las empresas que le agregan valor a la sociedad
Unas empresas mantuvieron completas su planta de empleados, otras donaron recursos para solventar la crisis y algunas pusieron sus capacidades, creatividad, inteligencia, experiencia, y eficacia al servicio de la solución. Muchas cuidaron de nosotros. Celebremos a las empresas que saben que son organizaciones para la cooperación y el desarrollo humano, que su principal tarea es cuidar y sanar. Las utilidades son un medio, no un fin.
Pensemos que cada acción, cada decisión que tomemos hoy, compasiva, bondadosa, respetuosa y bella, es la insinuación, el brote que rompe la semilla del futuro que puede emerger de nuestra quietud, resiliencia y determinación.
Alguna vez Abraham Lincoln dijo «la mejor forma de predecir el futuro es crearlo». ¿Qué tal si empezamos a hacerlo desde el presente?
Buenas tardes: Señores comfama he recibido de ustedes muchos cursos que han serbido mucho, la pregunta del millón es ¿ se puede continuar de forma virtual?
tengo 73 años, y ya soy vulnerable para esta pandemia. Espero una respuesta por mi correo
PIENSO QUE EN ESTA PANDEMIA APRENDIMOS A SENTIRNOS MAS AGRADECIDOS CON TODO LO QUE TENEMOS NUESTRA FAMILIA, NUESTROS AMIGOS,NUESTROS COMPAÑEROS ,NUESTRAS EMPRESAS APRENDIMOS A VALORAR AUN MAS TODO Y APRENDIMOS QUE AVECES LOS CAMBIOS SON MUY BUENOS Y POSITIVOS