“La dificultad te permite soñar”
Durante el día Geraldine Gómez trabaja en un centro de atención telefónica, más conocido como call center. Los arduos turnos de trabajo, según lo expresa, le han permitido “desaprender, reinventarse y aprender a superar la dificultad”. En la noche, o cuando tiene algo de tiempo, enciende su teléfono y se convierte en @UnaChamaEnMedellin, como la conocen las más de 500 personas que la buscan a ella para encontrar una respuesta, ayuda profesional o simplemente un “todo va a estar mejor”.
Esta caraqueña, que llegó a Colombia desde hace tres años, encontró en la crisis un camino para ayudarse y ayudar a otros. Comenzó brindando asesorías a migrantes o personas que estaban tomando la decisión de salir de Venezuela hasta que se convirtió en referente. “Fue en ese momento donde decidí abrir una cuenta de Instagram y un grupo de WhatsApp que ya superó la cantidad de personas permitidas, así que ya tengo dos”. Geraldine es trabajadora social y hace parte de los 1.488.373 venezolanos que hoy viven en nuestro país, según el más reciente informe del Ministerio de Relaciones Exteriores.
Su vida, en los últimos años se define en una palabra que ella concibe como positiva: incertidumbre, esa falta de conocimiento que dentro de sí esconde la dificultad y que en algunas ocasiones se planea; pero, en otras, no. “Tengo una hija. Tenía trabajo en mi país, lo amaba; y cuando tomé la decisión de irme no sabía lo que iba a conseguir; pero, si me quedaba, sí sabía dónde iba a terminar”.
Ella lo planeó; pero, sabe que no siempre es así. “Están los migrantes que deciden irse; pero, también están los que huyen y la dificultad, el camino difícil, siempre está. Desde que decides salir, ya estás cambiando la vida sin ver lo que hay adelante. ¿Lo complejo? Las personas no solemos estar preparadas para caminar por los senderos difíciles y la migración siempre es un camino que conduce hacia lo incierto”.
A diario recibe preguntas que van desde búsqueda de trabajo, situación legal o incluso diagnósticos de depresión y situaciones desesperadas. No es sencillo formar parte de algo siempre está la tentación de dejarlo todo. “Adaptarse no es fácil y cuando se supera el momento de ‘me devuelvo porque no voy a ser capaz’, empieza un camino de aceptación. Uno nunca deja de ser venezolano; así como yo nunca dejaré de ser trabajadora social; pero, sí comienza a entender mejor la decisión que acaba de tomar y es ahí donde empieza a soñar”.
Cuando llegó a Colombia, primero vivió en Bogotá, dónde vendía arepas caminando por las calles durante días y horas. Luego, decidió venir a Medellín. “Hoy mi trabajo me regala dignidad y aunque no puedo decir que todo sea fácil, sí sé que estoy mejor y que encontré lo que estaba buscando. Incluso, puedo decir que volví a soñar y que quiero tener un comedor para migrantes. No solo para entregar comida; también para escuchar, conversar y ayudarles a otros desde ese lugar íntimo y sagrado que es la mesa. Quiero que las personas de mi país también encuentren un sueño”.
“Darse cuenta del problema no es un fracaso”
Ramiro Velásquez es ingeniero civil. Trabajó para una firma naval en Cartagena durante más de 15 años y un día, cuando menos se lo esperaba, perdió su empleo. “Fui despedido y sin entender por qué, tuve que devolverme para Medellín, mi ciudad natal, donde estuve escondiéndome de mi familia durante meses porque me daba vergüenza, me sentía fracasado”.
Hoy, 10 años después, cuenta esta historia con orgullo porque ya conoció de frente el camino difícil y sabe cómo mirarlo a los ojos. “Fueron días de desespero en los que incluso pensé en quitarme la vida. No sabía lo que sucedería con mis hijos, quienes estaban estudiando y la liquidación solo podía pensar en invertirla en eso, su futuro”.
Un día se despertó y se dio cuenta de que admitir su problema, el del desempleo, no lo convertía en un “fracasado” y que, contrario a lo que pensaba, la vida le estaba regalando una oportunidad para reinventarse.
“Monté un pequeño negocio de consultorías con mi esposa pensando que volvería a triunfar y que contaría la historia del empleado despedido que luego fue exitoso; pero, no fue así. Fue un primer intento que no funcionó. Pero, volví a levantarme y, con el dinero que me quedaba, compré un taxi. También me atormentaba la idea de encontrarme a mis amigos; pero, siempre volvía a pensar en la dignidad, en que tenía una vida por delante y fue así como encendí los motores y comencé a recorrer las calles de Medellín”.
Desde ese momento han pasado varias semanas y meses. Sus hijos ya se graduaron de la universidad y pudo ahorrar dinero para montar un pequeño negocio en el barrio donde vive, Buenos Aires. “Pero esta vez decidimos, en familia, apostarle al sueño de mi esposa, tener una tienda. Ya tenemos dos empleados, que trabajan de manera legal y vinculados y yo, yo sigo manejando mi taxi, entendiendo que es el nuevo camino que elegí y en el cual quiero terminar, la independencia”.
Muy lindo mensaje y a Geraldine del Valle Gomez Lias le deseo siga preparándose porqué potencial tiene y mucho Dios la bendiga y siga luchando por sus sueños y se hagan realidad, éxitos q sigan así.
Muy interesante la revista Confama. Primera vez que la leo. La tengo en fisico pero queria ver como finciona de manera digital. Excelente las historias, muy emotivas y didácticas, escritas con excelente redacción, fácil de digerir para cualquier público.