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Lo que importa es la persistencia
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Lo que importa es la persistencia

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Escribe bien, habla bien, lee bien, pregunta bien. Alejandra Hernández tiene todas las características que requiere un comunicador social. Sin embargo, y a ojos de Eafit, universidad donde estudia, le falta un punto: dominar los números. La carrera incluye tres asignaturas que bien pueden ser el cliché de la supuesta pesadilla humanista: lógica argumentativa, matemáticas y métodos estadísticos.

Matemáticas fue su primera materia perdida en cinco semestres académicos. Ello no solo representó renunciar a un promedio impecable y a una condición de estudiante completa, con libertad para escoger horarios y docentes, sino una comparación constante entre su cerebro y el de los otros estudiantes también: “¿por qué ellos sí entienden, y yo no?, ¿qué me falta?, ¿qué estoy haciendo mal?”.

La primera vez, un 2.8 dio el veredicto. En el segundo intento todo parecía ir bien, hasta que perdió un examen con una nota muy baja. Tras la negativa del profesor de un taller de recuperación  decidió cancelar la materia: ninguna nota posterior podría servirle.

Después del segundo intento fallido, le dijo a su jefe de carrera “no pienso repetir esta materia acá”, y en consonancia con ella, él le sugirió cursarla en otra universidad.

Métodos cuantitativos, en la Universidad de Medellín, fue lo más parecido que Alejandra encontró a las matemáticas de su pénsum. Tras ser aprobada para homologación por el jefe de carrera, cumplió el refrán “la tercera es la vencida”: un 3.9 acabó con lo que parecía una eterna pesadilla numérica que se sumó a la típica crisis de la carrera. ¿Estoy estudiando lo que quiero?, ¿qué voy a hacer con mi vida?, eran las preguntas con las que tenía que lidiar, además del tedio matemático que le provocaba lloradas larguísimas y un esfuerzo que ella sentía sobrehumano.

Entonces, ¿tanto esfuerzo para qué? ¿Qué se saca de haber luchado contra los números? Pues, en principio, que no tiene que ser una lucha: “No debía predisponerme tanto”, cuenta Alejandra. Aprendió a dejarse explicar, perdió el miedo a preguntar y entendió que no está mal no saberlo todo.

¿Fue difícil?, por supuesto, pero al final, Alejandra comprendió que no era tan mala como pensaba y que de vez en cuando, en la vida, las dificultades son las únicas que hacen que una habilidad común se convierta en algo extraordinario.

Ante la dificultad…
Se pierde el miedo
a preguntar, se
comprende que no es
un delito no saberlo
todo y se ponen a
prueba el coraje y la
persistencia.

Pasión + perseverancia + coraje
A la vida hay que ponerle esfuerzo. Para Ángela
Duckworth alcanzar el éxito, más que una
cuestión de talento es una combinación de pasión,
perseverancia y coraje. A esto lo llamó Grit.

¿Serán el esfuerzo y la persistencia la clave para afrontar la dificultad?

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