En el parque Comfana de Rionegro, rodeados de árboles y pequeños jardines, niños de cuatro y cinco años le dan rienda suelta a su imaginación. Allí, en su preescolar, aprenden a su ritmo. No hay prisas, tampoco miedo. La honestidad y la espontaneidad son sus formas de aproximarse al mundo.
Ellos interpretan la realidad que los rodea a través de la escuela. La geografía que conocen es la de su casa y la de su barrio; la historia, es la suya y la de su familia.
Este es un vistazo de cómo ellos entienden su entorno. Con ellos revivimos la belleza de ver el mundo a los 5 años.