Tienen 10 y 11 años, comienzan a trazar su futuro. Aman el campo, valoran su tierra, los animales, el aire limpio que disfrutan respirar y también se apasionan por la educación, ese gusto lo despertaron en las aulas de su institución educativa rural David L. Crozzier, en la vereda La Casiana, en la cual aplican el modelo pedagógico de Escuela Nueva que consiste en estimular el aprendizaje de manera lúdica para crear aprendizaje para toda la vida.
Escuela nueva es una de las respuestas a la siguiente pregunta: ¿Cómo impactar con la educación al campo colombiano? Vanessa Escobar, directora de Educación de la Fundación Secretos para Contar la complementa afirmando que la clave está en buscar el desarrollo integral del ser, en potenciar las capacidades de las personas que viven lejos del casco urbano desde su etapa de formación primaria, en la que ofrecen una metodología que pueda sembrar esa curiosidad por saber más, por dialogar, y despertar el interés por conocer y relacionarse.
Las aulas de clase son el escenario de la interacción de niños de diferentes edades y grados, quienes comparten lo aprendido sobre un tema, direccionado a su comprensión, un círculo tiene un significado distinto para un niño de primer grado, quien lo dibuja con sus manos, mientras que para otro de quinto grado es un reto al cual le debe calcular la circunferencia.
“Yo quiero ser odontóloga para curar los dientes, y yo futbolista porque me gusta el deporte.” Dicen Laura y Miguel Ángel. Ellos solo quieren ser felices, aprenden los que les gusta para lograrlo.
Libros para el campo que llegan cada dos años, con nuevas colecciones mediante la fundación Secretos para Contar, su objetivo: estimular el goce de leer, el sentir y el pensar.